Joaquín Marco
¿Guerra Fría?
Algunos comentaristas han calificado el atentado contra el avión malasio Boeing 777 con 298 personas a bordo como parte de una nueva Guerra Fría. Pero el concepto mismo de Guerra Fría es discutido por los historiadores. Fue utilizado por vez primera por el periodista Herbert B. Swope para un discurso del Senador estadou-nidense Barnard Baruch y divulgado por Walter Lipman, quien tituló así una recopilación de sus artículos. El concepto de Guerra Fría pretende oponerse a la considerada tradicional en la que se utiliza armamento diverso. La guerra fría fue más silenciosa y puede fecharse entre 1946 y 1991. Nace, pues, poco después del final de la II Guerra Mundial cuando se conforman dos bloques ideológicamente opuestos. De una parte, la Unión Soviética defiende un socialismo de estado, en tanto que los EE UU, Gran Bretaña y Francia, tras derrotar a la Alemania nazi y Japón, optan por un modelo económico antagónico: el capitalismo. En teoría, finalizaría el conflicto con la descomposición de la URSS tras el hundimiento del muro de Berlín. Pero el ataque contra el Boeing de pasajeros debe entenderse como un dramático hecho aislado en el ámbito de los combates que libran los ucranianos prorrusos contra quienes defienden el orden de Kiev.
Las cajas negras del avión atacado han sido ya recuperadas y entregadas por los rebeldes a las autoridades de Birmania, que han declinado su responsabilidad en Gran Bretaña, quien iniciará una investigación para dilucidar las causas y el origen del desastre. Desde el principio se barajaron diversas hipótesis y responsabilidades: que la acción fuera provocada por el ataque de un caza, harto improbable; que fuera alcanzado por un misil tierra aire de origen ucranio o que su origen procediera de las fuerzas rebeldes. Cabe apuntar que en la misma semana y en idéntica zona fueron derribados otros dos aviones ucranianos, un avión militar y otro de transporte también militar, en el que murieron dos de sus tripulantes y cuatro rescatados, dos de ellos habrían sido capturados por los rebeldes.
El corredor aéreo del avión de pasajeros, que volaba de Ámsterdam a Kuala Lumpur, no era seguro, aunque no habría sido excluido debido a la altura a la que circula el tráfico aéreo civil que supera los 10.000 metros. En este caso sólo es posible alcanzarlo con misiles de la familia S-300, de los que disponen ucranianos y rebeldes. Por otra parte no es difícil distinguir un avión de pasajeros, por lo que todo parece indicar que fuera quien fuese el autor del lanzamiento lo hizo de forma deliberada. La catástrofe aérea sería, pues, un acto de provocación y un crimen contra la humanidad, puesto que no puede justificarse como una acción militar. Hasta ahora las medidas de represalia contra Rusia por su apoyo a los rebeldes y la anexión de Crimea han sido más simbólicas que efectivas. Pese a que los estadounidenses y los occidentales se muestran reticentes ante una Rusia que mantiene el armamento disuasorio nuclear de la antigua URSS, estamos lejos de poder comparar esta situación con la anterior al fin del comunismo soviético. En aquel entonces dos bloques, dos sistemas económicos se enfrentaban. Hoy Rusia es una potencia emergente y corrupta que abandonó ya cualquier veleidad socializante. Vladimir Putin es un dirigente criticado, pero mantiene su voz y presencia en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Bien es verdad que la Guerra Fría tuvo también sus períodos calientes. EE UU intervinieron en el aprovisionamiento de Berlín, en la dolorosa guerra de Corea (1950-1953) en la que la URSS apoyó a China, en la trágica de Vietnam y en episodios como la crisis de los misiles en Cuba en 1962, además de otros conflictos no menos relevantes. Las dos potencias habían renunciado a cualquier acto bélico de forma directa, puesto que el armamento nuclear del que disponían podía haber provocado una hecatombe universal. Europa, entre tanto, fue perdiendo parte de su influencia. Hoy se demuestra en los dos conflictos más próximos: la situación en Gaza y el problema secesionista de una parte de Ucrania. Cabe esperar en este último caso la resolución de una investigación objetiva que permita dilucidar los autores materiales del ataque y quiénes lo ordenaron.
El presidente ucranio acusa directamente a los rusos al definir a los secesionistas como borrachos inconscientes e incapaces de manejar el sofisticado armamento. Es difícil creer que Putin ordenara un acto terrorista de esta naturaleza. Pero las acusaciones entre EE UU y Rusia han alcanzado tonos virulentos. Obama ha amenazado con aislar económicamente a Rusia si no deja de apoyar a los rebeldes, aunque por el momento todo circula de forma diplomática. Se han entregado los restos humanos de forma adecuada, en vagones climatizados, para que puedan verificarse las autopsias. Una comisión dirigida por holandeses, porque una delegación científica de este país viajaba en el avión, se hará cargo, junto a otros países afectados, de la investigación. Pero Europa –principalmente Francia– se resiste a aplicar medidas de represalia económica más duras contra Rusia. Nadie parece tener intención de reproducir los mecanismos de la llamada Guerra Fría. El mundo ha cambiado de forma tan espectacular que tampoco sería posible volver a un pasado que nadie desea. No existe, por otro lado, una potencia hegemónica, como lo era entonces EE UU, con las características de antaño. Observamos que los conflictos armados son locales y no proceden, en su mayor parte, de motivaciones ideológicas, sino religiosas o económicas. Nadie parece oponerse al capitalismo como sistema, aunque se pretenda modificarlo. Incluso China, que mantiene el membrete comunista está practicando una economía de mercado en el sentido más liberal. No estamos, pues, en una Guerra Fría y el conflicto de Ucrania, al que Europa hubiera debido prestar mayor y mejor atención, se internacionaliza, pero no forma parte de una estrategia global.
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