Agustín de Grado

Hay salida

Sufre la sociedad española convertida en rehén de dos falacias alentadas por el paternalismo público al que se acomodó como dependiente agradecido en época de bonanza y que ahora le pasa factura. Falacia 1, defendida por la izquierda socialdemócrata y comunista: hay que utilizar el presupuesto para activar políticas de crecimiento. Traducción: sólo gastando más saldremos de ésta. Falacia 2, clavo ardiendo al que se agarran los socialdemócratas sobrevenidos después de ganar las elecciones prometiendo hacer lo contrario que los socialdemócratas de toda la vida: estamos saliendo de la crisis porque ya nos financiamos más cómodamente. Traducción: podemos seguir endeudándonos sin problema. España cerrará este año con una deuda equivalente al 90% del PIB. Será del 100% en 2014. Cualquier padre de familia prudente sabe a dónde conduce el espejismo de vivir a crédito. ¿Entonces? Otras políticas son posibles. Pasan por una confianza decidida en la capacidad de la sociedad, entendida como la suma de voluntades y talentos individuales, para generar su propio bienestar en el ejercicio de su libre albedrío. Los gobiernos no crean trabajo, por mucho que se lo exijamos. Bastante harían no entorpeciéndolo con sus impuestos depredadores, las trabas burocráticas y tanta regulación. La pasada semana estuvieron en Mérida varios expertos explicando las razones del éxito de Israel. Un país diminuto, en territorio hostil, sin recursos naturales. Ahora tiene más empresas en el Nasdaq que ningún otro gracias al empuje emprendedor de los jóvenes. El encuentro dejó un mensaje a los políticos: la subvención no puede ser la base de la economía. Y otro a la sociedad española que condena los minijobs, pero sacraliza los subsidios: no hay nada que diluya más el instinto y la ambición que la sensación de tener un derecho adquirido.