Pilar Ferrer

Ignacio González: «Serviré a los madrileños hasta el final»

Exultantes, satisfechas y con ganas de pelea, Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes. Dolido y decepcionado, aunque con intacta capacidad de servicio, Ignacio González. Horas después de conocerse la decisión, éste era el estado de ánimo de los tres aspirantes a los máximos órganos del poder madrileño en la batalla más escarpada que se recuerda en la historia del PP regional. «Ahora empieza lo más difícil», dicen las dos candidatas a la Comunidad y el Ayuntamiento, sabedoras de que será una campaña muy dura y reñida. «Ha sido un escarnio, no había ninguna necesidad de hacerlo así», confiesan desolados en el entorno del todavía presidente. A pesar del jarro de agua fría recibido, el presidente regional intentó calmar a su entorno y lo dejó claro: « Serviré a los madrileños hasta el final». Tras una gestión intachable, los teléfonos de la Puerta del Sol echaban humo, con numerosas llamadas de apoyo a la labor de gobierno de González.

Algo que nadie cuestiona, ni en Moncloa ni en Génova. «Pero las encuestas mandan y el pragmatismo en política es incuestionable», dicen altos dirigentes del partido. Porque, en efecto, han sido veinticuatro horas de auténtico infarto, con cruces de cuchillos, silencios y movimientos de todo tipo hasta colmar la paciencia de Mariano Rajoy. Un hombre tranquilo, que huye del conflicto como el agua del aceite. Además, era necesario sosegar los ánimos de muchos cuadros regionales del PP, colaboradores durante muchos años de Ignacio González, y que habrán de vender ahora su magnífica gestión al frente del Ejecutivo regional. «Los datos y las cifras cantan. No es sólo cuestión de carisma, las formas pudieron ser otras», añaden los más cercanos al aún presidente madrileño.

Según fuentes de Génova 13 la decisión se precipitó el mismo viernes por la mañana, poco antes de comenzar en Moncloa la habitual reunión del Consejo de Ministros. Fue entonces cuando el presidente del Gobierno telefoneó a la secretaria general del partido y le lanzó: «María Dolores, hay que cerrar este lío ya». Varios factores aceleraron la actitud de Rajoy, poco antes de viajar a Jérez para apoyar al candidato andaluz, Juanma Moreno. Las aguas bajaban turbias, con las espadas cada vez más en alto y un Ignacio González en un verdadero maratón por los medios informativos. Tras las filtraciones sobre su ático malagueño y el supuesto chantaje policial, Cospedal le había hecho llegar que no era bueno hacer tanto ruido. «¿Acaso queréis que quede como un golfo?», le espetó indignado el presidente madrileño ante el aluvión de ataques y la tibia defensa a su persona. La gota que colmó el vaso fue su acusación hacia los comisarios de Policía. Un asunto turbio que afloraba de nuevo las llamadas «cloacas» de Interior y que provocaron una rotunda reacción del actual ministro, Jorge Fernández. Tras la reunión del Gabinete; junto a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, el titular de Interior negó conocer tales reuniones y enfatizó que, en todo caso, se produjeron en una etapa anterior, con Alfredo Pérez Rubalcaba en la cartera. Otra bomba informativa que caldeaba aún más el ambiente. Al tiempo, en el entorno de Ignacio González se insistía en el llamado «fuego amigo». Es decir, en una mano negra y campaña orquestada contra el presidente para boicotear de plano su candidatura. «No hay peor cuña que la de la misma madera», afirmaban en la Puerta del Sol madrileña.

Ante la guerra de nervios, los dirigentes del PP estaban inquietos. Varios alcaldes importantes, entre ellos Juan Soler, de Getafe; David Pérez, de Alcorcón, y Raúl Pérez, de Coslada, inician una trepidante ronda municipal para debatir la tensa situación. Los distritos de la capital también se mueven. El presidente de Latina, el más grande y numeroso de la capital, José Manuel Berzal, convoca un comité ejecutivo para reafirmar la unidad y respeto a las decisiones de la dirección. Berzal fue la mano derecha de Alberto Ruiz-Gallardón y Manuel Cobo en los años dorados del Ayuntamiento, conoce como nadie sus entresijos y ha demostrado con creces su lealtad a los órganos del partido. Otros distritos hacen lo mismo y empiezan a llamar a Génova. «Ya vais por quinientos», le dice a uno de ellos el vicesecretario del PP, Carlos Floriano, como prueba del aluvión de llamadas. Por si algo faltaba, Esperanza Aguirre rompe su silencio en un acto público. Ella era la única que intuía su designación, pues así se lo había sugerido el propio Rajoy en una conversación privada hace días. Fuentes de Génova indican que los nombres de Aguirre y Cifuentes estaban ya en la mente de Mariano Rajoy antes de la explosión mediática contra González. Por el contrario, el entorno del presidente madrileño lo niega e insisten en que ha influido en la decisión final. Añaden que nunca se les pidió reunir al comité ejecutivo regional, cuya presidenta es la propia Esperanza y Nacho, su secretario general. En teoría, esta reunión es preceptiva para elevar los nombres al comité Electoral Nacional, pero los acontecimientos se precipitaron y nadie llamó desde la sede central del PP. Tras su conversación con Rajoy, María Dolores de Cospedal le indicó a Alicia Sánchez-Camacho que el tema debía cerrarse el mismo viernes, a la hora que fuese. De hecho, la dirigente catalana hubo de anular un acto que tenía previsto en Lérida esa misma tarde.

En la cúpula de Génova explican que a Cospedal le ha tocado un papel muy ingrato en esta historia. Ella mantiene amistad y buena sintonía personal con Ignacio González desde sus tiempos como consejera de Transportes en el Gobierno de Aguirre. Según estas fuentes, en su primera entrevista ya le hizo ver que no sería el candidato, a lo que Ignacio reaccionó mal y expresó su intención de defenderse. Conociendo a Rajoy, el maratón informativo no iba a ser de su agrado, pero en el Ejecutivo regional lo excusan. «Encima de que le dejan solo no le van a impedir defender su honradez», añaden. «¿De qué sirve haber gestionado bien una comunidad, la mejor de todas en resultados excelentes?», se preguntan resignados.

No deja de ser curioso el destino final de los dos hombres que han liderado el PP y el PSOE en Madrid en los últimos años, Ignacio González y Tomás Gómez. Ambos defenestrados por informaciones periodísticas, como el famoso ático y el tranvía de Parla. Aunque existen diferencias, puesto que el caso del piso de González está ya archivado y el escándalo de Parla sigue su curso judicial.

En su conversación, Mariano Rajoy le reiteró a Cospedal su deseo de viajar a Guatemala con «el lío ya despejado» y la conminó a manejar la noticia. La secretaria general fue la primera en llamar a Esperanza y Cifuentes. Después, a media tarde, lo hizo el presidente del Gobierno. Al filo de la noche se emitió el comunicado final, que cayó como un jarro de agua fría en la Puerta del Sol. Las palabras de «escarnio y mal estilo» circulaban por los pasillos, si bien el propio Ignacio González compareció con elegancia. Pese a que condicionó la decisión a las filtraciones periodísticas, expresó su intención de seguir trabajando hasta el último día. Su posición es ahora similar a la de la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, que tampoco repetirá en el Ayuntamiento. El riesgo de una bicefalia encubierta, hasta las elecciones, corría anoche como la pólvora por los cenáculos madrileños. No obstante, la sensatez parece imponerse porque las encuestas están complicadas y lo importante es ganar Madrid. «Si perdemos, será una tragedia», opinan dirigentes del PP. Uno de ellos, ya veterano y que ha trabajado largo tiempo con Aguirre y González, definía esta batalla como la del Oso y el Madroño, en referencia al emblemático escudo de Madrid. «A Nacho le han montado la cacería del oso, mientras Cristina y Esperanza maduraban sus expectativas como frutas del madroño». A última hora, muchos alcaldes y dirigentes regionales llamaban a la sede de Sol para preguntar: «¿Y ahora, qué le han ofrecido a Nacho?». La respuesta de uno de sus hombres de confianza fue bien clara: «De momento, cristiana sepultura».