Ely del Valle

Incongruencia

Independientemente de que nos pueda parecer mucho más interesante un debate entre Esperanza Aguirre y Manuela Carmena que entre Manuela Carmena y Raquel López de IU, que tiene toda la pinta de serlo, llama mucho la atención el reiterado incumplimiento por parte de la Junta Electoral Central, y de su hermana pequeña, la de Madrid, de su propio reglamento. Se incumplió al poner a Podemos y a Ciudadanos al mismo nivel informativo que los partidos con representación parlamentaria, y se ha vuelto a incumplir al incorporar a Vox en los debates en medios públicos de los candidatos. No se trata de que nos guste más así; de hecho, todos estamos de acuerdo en que cuanta más información tengamos sobre los programas y las propuestas de todos los partidos, mucho mejor. Pero ésa no es la cuestión; la cuestión es que los reglamentos y las leyes se hacen por y para algo, fundamentalmente, para cumplirse. Andar bailoteando con las normas que ellos mismos se han impuesto según vaya soplando el viento político es un cachondeo que abre las puertas a que las campañas electorales sean más surrealistas de lo que ya son. Se empieza tomando como referencia, no los comicios anteriores equivalentes, que es lo que dice la legislación, sino las últimas elecciones celebradas en este país, con lo cual nos hemos ido a las europeas, y se acaba poniendo la vara de medir donde más cómodo resulte para no tener que enfrentarse a quienes resultan perjudicados. No parece de recibo. Si el reglamento hay que reformarlo, se reforma, y si está de adorno se suprime y santas pascuas, pero esto de seguirlo o no a siete días de las elecciones y dependiendo, no es serio y contribuye, como muy bien dice mi amigo Antonio Martín Beaumont, a confirmar la idea de que la democracia está cediendo paso a la dictadura de la «sondeocracia».