Toni Bolaño
Independencia unilateral
El camino de la transición nacional que abrazó el presidente catalán tiene un nuevo objetivo. No lo ha fijado él. Se lo han fijado. El martes pasado, Artur Mas, descartó una declaración de independencia unilateral, aunque no se alcanzara un acuerdo con Madrid para celebrar la consulta. Mas, y su Consejo para la Transición Nacional, exploran otras vías. La situación recomienda ganar tiempo. Su gobierno sigue inerte, sin financiación, dependiendo del acuerdo con Montoro sobre el déficit fiscal. Las encuestas no auguran buenos resultados y, para colmo, CDC padece una pandemia en corrupción.
24 horas después el líder de Esquerra Republicana, Oriol Junqueras, no descartaba una declaración de independencia unilateral. Este fin de semana, la Asamblea Nacional Catalana ha decidido iniciar una campaña de recogida de firmas en pro de este objetivo. El movimiento independentista mete presión a un Artur Mas que cada día se parece más a su caricatura. CDC no puede dar portazo a esta pretensión so pena de ser abandonada por los sectores más independentistas. CDC lleva dos años considerándose la abanderada de los patriotas catalanes. Ahora tiene difícil dar marcha atrás. Por eso, afea a Duran en público su frialdad con el proceso soberanista.
Con esta carta juega Junqueras. ERC es necesaria para mantener al gobierno y Junqueras se siente fuerte para marcar la agenda. Si la campaña de la Asamblea Nacional tiene éxito, y recoge miles de firmas, ERC puede llevar la declaración unilateral de independencia al Parlament. Contará con el apoyo de la CUP. ¿Qué hará en esa tesitura Convergència? ¿Qué hará Unió? ¿Socialistas y eurocomunistas se opondrán en bloque, o tendrán fisuras? Sea cual sea el resultado, ERC saldrá fortalecida. Si se aprueba, los republicanos tendrán el liderazgo del mundo independentista. Mas irá a remolque. Si no se aprueba, por el voto contrario de CiU, ERC tendrá munición para agitar los sentimientos de muchos votantes nacionalistas que en estos años se han creído la historia interminable que les contaba Mas para llegar a Ítaca. El viraje en el último momento puede ser una factura muy cara de pagar para el líder convergente. Y como colofón, la declaración unilateral evitará un referéndum. Por mucho que los secesionistas se llenen la boca afirmando que lo tienen ganado, el resultado es más que incierto. Mas está en una encrucijada víctima de sus propios errores. El tiempo se agota. El diálogo con Rajoy no puede esperar más. Los dos deben asumir su responsabilidad.
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