Alfonso Ussía

Inservibles

La Razón
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Creo que algunos, entre los que me encuentro, estamos excesivamente obsesionados por el empecinado y humillado afán de Mas de mantenerse en el poder. Que se tiene que apartar para que otro ocupe su lugar, decimos casi todos incluidos los de la CUP. Mas es inservible. Pero no es el único.

En la escena nacional nos encontramos con otros inservibles. Es cierto que Rajoy y el PP han ganado con estimable diferencia de votos y escaños las últimas elecciones generales. Y que el PSOE se mantiene como primer partido de la oposición. Pero Rajoy ha ganado perdiendo más de sesenta escaños y Sánchez se mantiene con ochenta y nueve, un resultado paupérrimo para los socialistas. El equilibrio en las exigencias también demanda que recordemos a Rajoy y Sánchez su deber de apartarse y dejar el camino libre a quienes sus partidos decidan. No sirve el nombre de Soraya, porque Soraya como persona de la mayor confianza y cercanía con Rajoy es tan responsable como el político gallego del triunfo perdedor del Partido Popular. Una victoria derrotada por el pasmo de unos electores que no han entendido la desidia e indolencia de un Gobierno incapaz de hacer valer su fortaleza democrática y de explicar sus políticas errantes y erradas. Muy poca influencia en esa desilusión colectiva del electorado del PP tiene el aumento de los impuestos inmediatamente posterior a la victoria –ésta sí, victoriosa–, en las elecciones anteriores. Fue un mazazo y la confirmación de un incumplimiento, pero se asimiló como una medida imprescindible, desde el conocimiento de la situación, para salvar a España de la quiebra. De aquella decepción asumida pasamos a cuatro años de apatía, dejadez y arrogancia. Los candidatos del PP, pasada la campaña electoral, no sólo dejaron de abrazar y besar a nuestros niños. Les dieron una patada. Y ahora, como un «boomerang», la patada se ha vuelto hacia sus culos. Lo lamento por algunos ministros que no lo merecen, pero su Presidente –y el de todos los españoles–, ha demostrado que no sabe gobernar con una mayoría absoluta abrumadora. Y ahora se empeña en ofrecer pactos y soluciones. Inservible.

E inservible Sánchez, obsesionado por impedir que gobierne el PP pactando para la gobernabilidad de España con quienes no tienen otro objetivo que terminar con España. Su ridículo viaje a Portugal no le ha servido de nada. En Portugal no hay separatismos. La derecha y la izquierda portuguesas son, ante todo, portuguesas. Oporto no pide la independencia. La Bandera es un símbolo compartido con orgullosa unanimidad. Años atrás, el Primer Ministro socialista Guterres pretendió calcar el sistema autonómico vigente en España. Y la respuesta de los portugueses ante el refrendo convocado para tal fin fue abrumadora. Los portugueses no querían ocho portugales diferentes, con ocho administraciones distintas y a medio plazo, ruinosas. Como tampoco los franceses, que presumen de tener la administración más centralista de Europa. En Portugal, que padeció una dictadura de derechas, una revolución de izquierdas y superó los enfrentamientos con gran educación a pesar de la pérdida de sus fundamentales territorios coloniales, nadie quiere aventuras separatistas ni refrendos anticonstitucionales. Portugal no padece el resentimiento de la guerra civil, que hoy impera en los sueños de venganza de muchos españoles. En Portugal se respetan las creencias y los agnosticismos, y va a su aire, sin violencias verbales ni físicas, porque un portugués sobre todo y ante todo, es un portugués orgulloso de serlo.

Sánchez es un inservible, un pobre paquete en busca de su cubo de basura. No sólo es Mas el obligado a dejar paso. Rajoy, Soraya y Sánchez harían bien en tomar nota.