M. Hernández Sánchez-Barba

Juan de Palafox y Mendoza

Una de las figuras españolas más polifacética, de mayor raigambre e importancia en América y en la cultura del Barroco es la de Don Juan de Palafox y Mendoza (1600-1659), obispo de Puebla de los Ángeles, en Nueva España, y de Burgo de Osma, en la ribera soriana de los extremos altos del Duero; Virrey de Nueva España, autor de numerosas obras de espiritualidad y de temas políticos en torno a la Monarquía hispana, y otros temas que le ocasionaron serios disgustos como supo explicar con firmeza intelectual y espiritual Sor Cristina de la Cruz Arteaga en «Una mitra sobre dos mundos, la del Venerable Don Juan de Palafox y Mendoza» (Sevilla, 1985), o como expresó, con su acostumbrada profundidad, el catedrático de Teología de la Universidad de Extremadura Melquíades Andrés Martín, ilustre y controvertida personalidad del Barroco español, con estilo artístico, al tiempo humano y social, ante Dios, los hombres y la problemática política que, precisamente en su época sufrió una espectacular crisis generacional estudiada de modo admirable por el inolvidable e inteligente catedrático de las universidades de Valencia y Madrid, José María Jover Zamora.

Nombrado Consejero de Indias en 1633, seis años después Obispo de Puebla de los Ángeles, donde permaneció nueve años, y algo menos como Virrey de Nueva España. Conoció la conspiración del Duque de Medina Sidonia para conseguir una Andalucía independiente (1641), la derrota de la infantería española en Rocroi (1643), el crash económico de 1647 y el complot del Duque de Híjar con el propósito de la independencia de Aragón (1648). Su atención, entonces, entiende e ilumina dos direcciones de suma importancia en la época en que se escriben los tratados espirituales que colman la casi totalidad de los catorce volúmenes de sus obras en la edición de 1762, con notorias influencias de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, sobre los cuales ha escrito páginas antagónicas el historiador de la Orden fray Bartolomé Velasco. El hilo conductor más profundo de la espiritualidad de Palafox, que insiste en la necesidad ineludible de obras y virtudes, de la oración mental y, sobre todo, de la teología de la cruz.

La segunda dirección de las obras de Palafox es política, desde el interior mismo de los problemas peculiares de la Monarquía española, pues ha sido miembro de los Consejos de Guerra y de Indias; sus viajes europeos le proporcionaron la contra-imagen exterior de la administración española y, en fin, sus estudios de Derecho Natural, sus años de gobernante en Nueva España y sus respectivos obispados. Es el primero que destaca la diferencia entre la Monarquía española y la francesa, que siempre ha sido un lugar común repetido. E insiste en que en el conjunto hispano prima la política internacional sobre la nacional, fundamental para la pervivencia de la unidad nacional.

La concepción de la Monarquía de Palafox quizá peca de excesivamente práctica, y ello impide una valoración detenida en la gran obra del catedrático José Antonio Maravall «Teoría española del Estado en el siglo XVII» (1944). Muchos aspectos positivos pueden encontrarse en el «Diálogo Político», pero no en cuanto acción política, sino fundamentalmente desde el punto analítico del Estado, mucho más adaptado al pensamiento de Palafox. El profesor Melquíades Andrés Martín entró a analizar, en los «Dictámenes Espirituales», el «juicio político de los daños y reparos de cualquier Monarquía», donde puede advertirse la constitución histórica de la misma en el criterio de Palafox: «Y así puede decirse que la monarquía la zanjó la sabiduría y gran juicio de Fernando el Católico; la formó el valor y el celo de Carlos V, y la perfeccionó la justicia y prudencia de Felipe II». Con posterioridad al siglo XVI sobrevino la «decadencia y las desgracias"y para evitarlas propone Palafox nueve remedios que quedan enumerados: 1) presencia personal del Rey en todos los asuntos graves de sus coronas y reinos; 2) respeto a las leyes de cada Nación; 3) no reparar en el desconsuelo de los reinos es inconveniente grandísimo; 4) hacer reputación de la Superioridad Real, empeñando su real nombre en lo que no siempre puede estar en su real mano remediar; 5) no cargar todo el peso del ejército sobre Castilla; 6) a quien no se puede asegurar con la fuerza, debe asegurarse con la confianza; 7) debe hacerse caso por el ministro superior de los consejeros provinciales; 8) no despreciar la experiencia política; 9) elección de personas idóneas y no tapar las desgracias con fiestas.

El gran bien de España según Palafox es la unidad política, «en la fe, el rey y la ley». El momento histórico al que se refiere es el siglo XVII, momento de la crisis de la conciencia europea y el reinado en España de Felipe IV.