Política

Kant y un bobo

Uno de mis mejores amigos, profesor de CC. Políticas, suele decir, en tono de broma, que si pudiésemos ver a Kant discutir con un bobo, a la media hora de conversación no podríamos distinguir a Kant de su contertulio. Mi amigo suele utilizar esta gracia para recomendar que no conviene dejarse arrastrar al fango en un debate, porque las pérdidas se reparten a partes iguales entre los intervinientes.

Para la mayoría, Pablo Casado no es el líder que parecía y ha quedado en entredicho su solvencia. También ha sorprendido que solo hubiese tres presidenciables, porque Pablo Iglesias actuó como un felino domesticado y pareció que en lugar de competir con los otros candidatos lo hacía con los moderadores.

Los seguidores socialistas respiraron aliviados cuando acabaron, porque Pedro Sánchez había estado deambulando entre los pasillos de los espacios comunes y los callejones del barrizal que provocó un Albert Rivera agitado, e histriónico, con una estrategia más propia de un reality show que de un aspirante a la Presidencia del gobierno.

El líder naranja atacó con medias verdades, demasiado efectismo y descalificaciones personales casi por igual a Casado y a Sánchez. La conclusión que se puede sacar de todo esto es que si las tres derechas llegan a 176 escaños, apoyará al popular, pero si consigue sumar con el PSOE, entonces pactará con Sánchez.

Parece que el equipo del presidente está muy satisfecho por la imagen bronca y de ruptura que dieron los líderes de la derecha, pero se equivocan. El único elemento de movilización que quedaba era el miedo al adversario, en un momento en el que la capacidad de ilusionar de los partidos políticos toca mínimos y en el que, para muchas personas, los debates electorales solo han servido para ratificar la ya asentada idea previa de que los líderes no están a la altura de lo que necesita el país.

El miedo lo han usado tanto las derechas como la izquierda, pero el saldo era favorable al PSOE porque da más miedo Vox que ERC y Torra. Sin embargo, la sensación que ha invadido al electorado de izquierdas es que el tripartito no va a llegar a la mayoría absoluta. Además, se ha percibido como una alianza muy inestable entre ellos y por tanto, las elecciones son un mero trámite porque el PSOE con el apoyo inquebrantable de Podemos, «lo tiene hecho». La consecuencia directa es que se diluye el único acicate para una alta participación de la izquierda social.

Queda por ver qué resultado obtiene Vox finalmente mañana. A pesar de que todo indica que ha perdido protagonismo, no ha parado de llenar pabellones y teatros. En Sevilla, su último acto fue bastante más multitudinario, si cabe, que el que realizaron en las elecciones autonómicas y en toda España medran en los barrios más humildes. La duda es si tanto indeciso, en realidad, es un voto a la ultraderecha oculto.

Eso sí, la gran incógnita que le ha quedado a muchos en los debates es conseguir saber quién era Kant.