Alfonso Merlos

La amenaza latente

La Razón
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La cooperación policial y judicial contra el terrorismo. La sincronización; la información en tiempo real. Sin reservas, sin tregua y sin fisuras entre estados amigos. ¡Es la clave! Es la almendra desde la que nace toda estrategia para aplastar a bandas de criminales, como ETA, de implantación transnacional.

No puede fallar, ni presentar debilidades. Porque va en perjuicio de los ciudadanos libres. Porque genera alarma social. Un estado de alerta perfectamente evitable. Y éste es el caso de esa bestia joven y mala que responde al nombre y apellido de Aitor Elizarán.

La situación producida era perfectamente evitable. Sí. Y tiene remedio. También. Pero la categoría aquí no es la presunta falta de compenetración o diligencia entre las autoridades de España y Francia para que a uno y otro lado de los Pirineos tengamos la convicción de que a los más abyectos malhechores no se les pasa ni una. La cuestión medular es que la amenaza de ETA siempre permanecerá ahí hasta que todas las acciones diabólicas perpetradas por estos cobardes hayan sido juzgadas; hasta que cada una de las víctimas de esta peña de malnacidos haya tenido su resarcimiento a través de los tribunales.

Es la amenaza latente. La que presentan aquellos delincuentes con motivación política que, en parte, se han colado en las instituciones democráticas; y la de aquellos que saludan a quienes han ordenado asesinatos brindando con vino tinto y colgando la imagen en las redes sociales. Porque ésa es la estampa de la humillación y el ultraje a una sociedad que ha sufrido demasiado para llegar hasta aquí. Y a la que no le vale un final cojo. Con farsas y chapuzas. Con impunidad para despreciables despojos del calado del tal Elizarán.