El desafío independentista
La burbuja
Al Govern le han cerrado el grifo y a la hermana , el chiringuito en Dinamarca. Su hermano () guarda silencio. De lo cual se deduce que la inversión de la Generalitat en embajadas ha sido tan gravoso para el erario público como inútil para los fines perseguidos. Ni reconocimiento ni eco. ¿Qué queda pues? Además de un ridículo espantoso y una fractura social imperdonable, la rebelión, la acción de la Justicia, el cumplimiento de la Ley, la cárcel como a los «Jordis», quizá, la agitación en las calles, que es lo peor, y el recurso del pataleo. Y a los demócratas, las elecciones del 21-D, que ojalá fueran mañana.
Entre medias o en el mientras tanto, deporte, jornadas de puertas abiertas como las del CSD, donde se mezclan campeones olímpicos como , o , con quienes persiguen sus sueños o niños de todas las edades que ya saben discernir entre lo bueno y lo mejor, incluso entre lo esencial y lo despreciable.
Le vino bien a pasar unas horas en ese ambiente límpido y saludable, alejado de las amenazas de y sus adláteres, ajenos por completo a la realidad y metidos en una burbuja que terminará explotándoles en la cara. El deporte sigue su curso, con sus competiciones y sus campeonatos, también en Cataluña; pero sin perder de vista el horizonte.
En él aparece el Girona-Real Madrid de esta tarde en Montilivi. Allí ya jugó el Barça entre senyeras y esteladas. No ocurrió nada más que ganaron los de Valverde (0-3). Dedos cruzados. Cualquier decisión sobre la educación en los colegios e institutos catalanes, con ser trascendental y difícil de tomar, en el corto plazo no tendrá tanta trascendencia mediática como cualquier incidente en este partido que mantiene una incógnita en la alineación (del palco): ¿si es que acude, en calidad de qué asistirá Carles Puigdemont? «President» ya no es.
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