Paloma Pedrero

La carrera

Es un buen nombre. Porque la carrera es el principio de un camino, un camino que va a ser largo y fundamental para nuestra dicha o desdicha en la vida. Se elige demasiado temprano, a la mayoría de los adolescentes, cuando les llega el momento, les pilla «in albis». No saben realmente en qué consisten esas carreras universitarias que les ofrecen, no conocen el contenido de las materias, ni las salidas que pueden tener. En este momento es muy importante el papel de los padres y profesores. Hay que informarles, hay que acompañarlos, pero sobre todo hay que ayudarles a ver en qué y cómo han destacado ya. Desde que una criatura es muy pequeña se le ven las aptitudes y actitudes. Se le ve dónde es más diestro y más feliz. Si observas a tus hijos, todos tan distintos, adviertes enseguida sus talentos, uno es mañoso y arregla todas las averías, otro está hecho para el deporte, otro se enrolla con la informática, y otro es feliz con la literatura. Cada ser humano ha de encontrar su lugar en el mundo. Ése desde el cual puede ofrecer lo mejor de sí mismo a los otros. Ése en el que trabajar dejará de ser un castigo divino y se convertirá en un sentido existencial. En mi opinión, no hay que pensar en la carrera con mejor futuro económico, hay que pensar en la carrera que me va a proporcionar una vida mejor. Por eso hay que elegir desde la vocación (inspiración, afición, llamada). Hay que apostar por el gusto y la destreza. Y no tener miedo a utilizar el primer año como prueba. ¿Qué es un año en una vida entera? Hay que elegir siempre lo que amamos o podríamos amar.