José María Marco

La definición de la izquierda

Algunas de las reacciones al accidente sufrido por Cristina Cifuentes han vuelto a poner encima de la mesa las características de la izquierda española. Se trata, en particular, de la facilidad con la que las personas identificadas con esta forma de ver la vida se deslizan al insulto y al linchamiento (ver los acosos rebautizados como «escraches») sin ser, en apariencia, ni siquiera conscientes de la brutalidad en la que incurren. Es natural insultar y calumniar, es natural acosar, es natural silenciar y censurar... siempre que uno sea de izquierdas y el adversario de derechas.

En contra de lo que se podría aducir, esta actitud no viene suscitada por las «redes sociales». Es verdad que el anonimato favorece la grosería, pero esto no ocurre siempre, ni mucho menos. Tampoco, como apuntó en una tertulia televisiva el economista Asís Timermans, es una conducta característica de un sector extremista de la izquierda. Es ahí, justamente, donde reside el problema. Lejos de ser propias de una franja marginal, estas actitudes conforman la actitud media de la izquierda, el eje de su cultura política. Habrá personas de izquierdas que sean distintas, aunque una pequeña encuesta hecha entre unos cuantos conocidos me lleva a pensar que son aún menos de los que parece. La realidad es que, sean muchas o pocas, no logran imponer una actitud respetuosa, tolerante, civilizada. Tampoco se esfuerzan demasiado. No parece mucho pedir, por ejemplo, que los partidos y las organizaciones políticas, sindicales y ciudadanas de izquierdas condenen este tipo de actos o declaraciones. Algo que no ocurre nunca.

Ha pasado el tiempo y la situación no mejora. Al contrario, se ha agravado desde hace unos quince años. Como ya antes la izquierda había perdido casi todas sus referencias ideológicas, es probable que la izquierda española, que sigue sin hacer su propia Transición, haya llegado al punto en el que se define mediante un solipsismo. No se es de izquierdas porque se asume y se propone un determinado programa. Se es de izquierdas porque uno se declara de izquierdas, y lo hace distinguiéndose mediante el insulto (o el acoso, o la censura, o la calumnia) de todo aquel que no piensa como uno mismo. Parece recomendable, por tanto, que la izquierda española reflexione sobre su presente y su futuro. Una actitud que debería ser marginal y casi anecdótica se ha convertido en uno de los principales problemas del conjunto de nuestra sociedad. Así no hay alternativa política ni, en el fondo, seguridad.