Martín Prieto

La doble moral

El pancartero profesional siempre dispone de doble moral que utiliza como una navajita multiusos suiza apta para culminar cualquier chapuza. Principales socialistas me instaban a ir a Galicia a retirar chapapote y les alegaba que para eso estaba el Estado. Pero no se trataba de atender a quienes se encontraban en estado de necesidad y precisados de socorro, sino de inflar un globo social presuntamente demostrativo de que los gobiernos de José María Aznar y Manuel Fraga Iribarne constituían una cuerda de irresponsables, inmorales y hasta criminales.

Sólo el pueblo (de izquierdas) con sus manos desnudas podía paliar las intrínsecas maldades de la derecha. Aventureros del ecologismo y la navegación marítima insistieron hasta la ronquera que el «Prestige» debía ser remolcado a la ría de Vigo para trasvasar el crudo en la ciudad. Afortunadamente, prevaleció la opinión de Álvarez-Cascos exigiendo el traslado de la chatarra «...al quinto pino», para lo que no hacía falta ser ingeniero como él. Intervino el Ejército, protección civil, se libraron ayudas y hasta el Rey de Marruecos abrió caladeros a los pescadores gallegos aún sin convenio pesquero, pero lo que subrayó el socialismo de Zapatero es que la derecha en el poder era insolvente e insolidaria como si Aznar hubiera trazado las marcaciones en la singladura de un petrolero privado, extranjero, de desguace, sin doble casco y en aguas internacionales.

Toda la preguerra iraquí sirvió para sacar las pancartas pidiendo paz, que es tan mentalmente elaborado como pedir leche, y el 11-M se condensó así en un golpe de estado electoral del que Rubalcaba está orgulloso, ya que fue uno de los muñidores de la desinformación.

En el Gobierno, Zapatero tardó cinco días en comparecer ante un escogido grupo de oficialistas para interesarse por el más grave incendio forestal de España que dejó once muertos en Guadalajara. Problemas de agenda. El PSOE puede esperar. Y los muertos también. Después se derrumbó la presa de elementos tóxicos de Alnazcóllar besando el preparque de Doñana hasta hoy, y Zapatero culpó a los propietarios suecos sin pedir a las masas que frenaran los detritus.

Como las derechas viven acomplejadas y tienen una mentalidad restrictiva del uso de las calles, bajo sus gobiernos no hay otras manifestaciones que las de sus oponentes. Zapatero ya tendría que haber salido a un balcón para empujar a sus fieles a limpiar el chapapote de Madrid acumulado por la desidia de Ana Botella. Es la doble moral que mantiene la reciente conferencia socialista, sólo preocupada por su gran problema de no ocupar la nómina del poder. El PSOE es el único partido del mundo capaz de reunirse y no dedicar un párrafo a la crisis financiera internacional, lo que se ha hecho y lo que queda por hacer. Como decía el inefable Jordi Sevilla, «...eso se aprende en dos tardes».