
Alfonso Ussía
La «Jhonatán»
Cataluña está proyectando sus Fuerzas Armadas. No hay mal que por bien no venga. Intentaré la síntesis. Diez años atrás, con dos amigos en sociedad, el conde de Labarces y Carlos Ruiz de Velasco, adquirimos en «El Corte Inglés-Bahía de Santander» una espectacular embarcación con motor adaptable. Se trata de una lancha «Zodiac» de alto rumbo y tronío. Coincidió la botadura en la comillana ría de La Rabia con la visita a Santander del buque-escuela de la Armada Española, esa maravilla que ha navegado desde hace ochenta años todos los mares del mundo con el nombre de «Juan Sebastián De Elcano». Escribí de la feliz coincidencia, y el entonces comandante del «Elcano», el hoy almirante Jaime Rodríguez-Toubes, hizo mención al feliz encuentro del buque-escuela con nuestra «Zodiac» a la que bautizamos «Jhonatán Elcano». El verano vino de mares altos y nortazos locos, y la «Jhonatán Elcano» apenas pudo abandonar las tranquilas aguas de la ría. Cuando lo hizo al mando del conde de Labarces, sus singladuras adquirieron la calificación de excesivamente arriesgadas.
Sus características. Eslora, 3.50 metros. Manga, 1.45. Motor en perfectas condiciones de 100 caballos. Complementos: Tres chalecos salvavidas color carmesí, un juego de bengalas, hinchador de pie y unas maravillosas bolsas que sustrajo con nocturnidad y alevosía la esposa de uno de los socios, en concreto la mujer de Carlos Ruiz de Velasco, donostiarra y cleptómana de bolserío. Armamento. Un fusil de pesca submarina aún a estrenar. Intentamos vender nuestra gloriosa embarcación a un tío de la condesa de Labarces, próspero propietario de la más exquisita cadena de comercios creadores y expendedores de corbatas y camisas. En concreto de las tiendas «Lester». Lo tuvimos a huevo pero se retiró de la negociación cuando todo estaba a punto para la firma. Y ahí sigue la embarcación. Se halla en seco porque una prima del conde de Labarces nos prohibió que la mantuviéramos amarrada a un árbol de su propiedad.
Nos hemos hablado los tres armadores esta mañana y llegado a la convicción de que el futuro de nuestra embarcación está en la Marina de Cataluña. Se la regalamos con todos sus complementos exceptuando el fusil de pesca submarina. Una cosa es la generosidad y otra muy diferente armar al adversario. Es polivalente. Sirve para vigilancia de costas, vigilancia de rías, vigilancia de estuarios, y de chinchorro. Nada más elegante que la arribada al muelle de un almirante de la Marina de Cataluña a bordo de tan preciado bote auxiliar. No se ha confirmado, pero los almirantes de la Marina de Cataluña lucirán un uniforme de marino como en todas las Armadas del mundo, pero se distinguirán del resto –la «diferenciació»–, en la gorra. En lugar de gorra de plato, cubrirán la chochola con una barretina blanca con el símbolo milenario de la Marina de Cataluña y la leyenda, en la zona frontal inferior de la barretina almirantada «Més que un Club».
Me confirma mi amigo el general Félix Sanz Roldán, director del CNI, que el entusiasmo popular ha estallado en Cataluña y que hay largas colas de aspirantes a formar parte de la gran Marina catalana. El problema es que todavía no tienen barcos, y de ahí nuestro ofrecimiento. Sólo exigiríamos a la Marina de Cataluña que cambiara el nombre de la embarcación para no dar espacio a las confusiones en las transmisiones durante la navegación. Nos quedamos en el resto de España con nuestro «Elcano», y que ellos se las arreglen como puedan dotando a la «Zodiac» del nombre que se les antoje. Tienen posibilidades a manta. «La Marta Ferrusola», «La Pilar Rahola» o «La Font del Gat», este último, quizá, el más adecuado y menos político.
No podemos incluir en la donación las bolsas, porque la señora de Ruiz de Velasco las extravió en Burkina-Fasso –Burkina-Fashion–, en donde colaboraba con una ONG. Pero lo demás, todo para ellos. Me apresuro a comunicar a los transportistas de la Marina de Cataluña la ubicación de la «Zodiac».
A dos kilómetros de Comillas, en la salida hacia Valdáliga y San Vicente de la Barquera se halla la maravillosa ría de La Rabia, y el formidable restaurante de los hermanos Herrera. Pregunten por Adolfo, que los atenderá con exquisito trato. No olviden indentificarse: «Venimos en nombre de la Marina de Cataluña por la Zodiac del conde de Labarces, Carlos Ruiz de Velasco y Alfonso Ussía».
Y comprobarán lo fría que está, todavía a estas alturas de julio, el agua de la ría.
¡Avante, Marina de Cataluña!
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