Julián Redondo
La levedad del técnico
El Manchester City busca entrenador y ha elegido a Carlo Ancelotti. Afirma Ares en «Onda Cero» que si el 30 de abril el silencio es la respuesta, o un no, Begiristain recurrirá al plan B: Guardiola, Klopp o Benítez. El triunfo del Madrid sobre el Atlético le congela en el Bernabéu, pero su posición es tan frágil que ni la Undécima sirve de aval y puede terminar chamuscado y en la calle. Para hacerle un guiño, a este excelente entrenador le exigen el doble que a otros, es decir: dos Ligas de Campeones. En el Madrid todo es insuficiente y la feliz clasificación lograda a costa del Atlético más acobardado y mojigato que se recuerda, no oculta lo que le cuesta jugar bien al fútbol. Con lo que mostró el miércoles, difícilmente le alcanzará para llegar hasta Berlín. Necesita rellenar el depósito con un juego menos envarado y, puestos a buscar el combustible ideal, Modric y Benzema resultan imprescindibles para ese viaje, y luego Bale, el menos necesario de los tres. Mas todo ello no dejan de ser conjeturas, hipótesis que el Atlético en dos partidos infames no se atrevió a discutir. Simeone ha construido el equipo, ha levantado la moral de la tropa y ha colocado al club en el escalón que nunca debió bajar; pero también se equivoca. La ultradefensa le ha conducido a la autodestrucción. Y es en las derrotas donde se plantean las preguntas en pos de las soluciones: ¿Qué pasa con Torres? ¿Y con Cani? ¿Por qué el equipo no encadena tres pases? ¿Por qué no intentó marcar un gol en el Bernabéu? ¿Por qué Arda pierde el oremus en las grandes citas? Dios sólo hay uno y el Cholo tendría que dar explicaciones. No se discuten sus méritos sino sus últimas decisiones. Por eso no hay que excomulgarle.
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