Fernando Vilches

La memoria... histórica III

La Razón
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Los buenos historiadores (los que no se dejan llevar por sus planteamientos personales o por sus historias familiares, que, la verdad, no son muchos), han convenido en que hubo crímenes por los dos bandos, abusos de todo tipo, desprecio a la dignidad humana..., en fin, todo aquello de lo que es capaz el ser humano para desgracia de nuestra estirpe. Y en que es evidente que no se puede jugar al «este bando más que el otro» o, peor, al «empate» en fechorías. Los crímenes, crímenes son, parafraseando a Platón, los cometa «Agamenón o su porquero». Por ello, la «Memoria» que deberíamos reivindicar todos es la de «la vergüenza» por pertenecer a un grupo animal que durante su historia ha sacado más lo irracional que lleva dentro, que la racionalidad que se nos supone porque sabemos hablar y hemos dominado parte de la naturaleza. Memoria que debería recordarnos que la humanidad no ha progresado casi nada desde la más antigua historia que se conoce de un bípedo. Se piensa siempre en la crueldad de los antiguos... y se piensa que eso pertenece a un pasado donde la brutalidad era la norma común desde las clases más inferiores hasta los llamados hombres de Dios. Y nuestra conciencia se relaja porque esa memoria nos sugiere que esos hechos tan antiguos no pueden repetirse en la era en la que el ser humano visita el espacio con casi tanta facilidad como viaja de vacaciones desde Madrid a París. Pero, si repasamos la historia reciente, la del siglo XX y la del reciente XXI, nos enfrentamos a dos cruentas y terribles guerras «mundiales», a la guerra fratricida española, a los permanentes conflictos de Medio Oriente, a la guerra de los Balcanes, a la de Irak contra Irán, a la invasión de Kuwait, a los atentados terrorista indiscriminados de Nueva York o de Madrid y a la solapada guerra del hambre y del subdesarrollo que todavía asuela a una buena parte de la humanidad. En la era espacial y de internet, todavía hay niños que trabajan, niños-soldado y mucha gente vive con menos de un euro al día o muere de hambre y enfermedades o en la reciente vergüenza de las migraciones últimas. Y, mientras tanto, nos ocupamos de recuperar la «Memoria histórica» tal vez para escaparnos de un presente molesto, cruel..., pues esas cosas no nos conciernen y solo podemos leerlas en los periódicos, verlas en televisión y lanzar un suspiro de conmiseración, aunque ya están golpeando las puertas de Europa. Es, por tanto, más importante recuperar una tal «memoria histórica», que a la postre es una «parcial y a conveniencia» memoria de los hechos, o dedicarnos a hablar del cambio climático, que pensar en una tercera parte de la humanidad que carece de toda dignidad.