Elecciones Generales 2016

La pegada

La Razón
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La pegada de carteles decae como la ilusión política de los españoles. Lo de la pegada fue un invento de Rafa Ansón y José Luis Sanchís para inaugurar la primera campaña electoral de la democracia en junio de 1977. Y la noche de España se llenó de escobas, cubos, cola, risas, fotos y carteles variopintos, cubriendo las paredes, con rostros enigmáticos, más o menos conocidos, e ingenuos lemas publicitarios. Destacaba la cuidada foto de un joven Adolfo Suárez reivindicando la propiedad del centro. Parecía cantada la victoria de UCD, un conglomerado de fuerzas, agavilladas precipitadamente, como hace ahora Podemos, unas procedentes del régimen y otras de la oposición, con el único objetivo claro de alcanzar el poder. Pero se desconocía el alcance de la victoria. Y todo lo demás era una incógnita. Se ignoraba la acogida popular al cartel de los «siete magníficos» y la fuerza real en las urnas del PCE de Carrillo, principal referencia de la guerra civil, que había sido legalizado para la ocasión, y cuál sería, entre aquella sopa de siglas, la fuerza dominante en la izquierda. La Iglesia, entonces aún influyente, de la mano de Tarancón, decidió negar sus bendiciones a la Democracia Cristiana, como partido confesional, para evitar que la religión volviera a ser motivo de conflicto civil entre españoles. Una decisión bienintencionada, pero discutible, vista con perspectiva.

Como en todo estreno, había ilusión, nervios e incertidumbre; pero la primera pegada de carteles sirvió para acallar el persistente ruido de sables. Casi cuarenta años después, a la vez que, con el tonto pretexto del ahorro, decae aquella simpática ocurrencia inaugural, convertida en tradición, mengua la ilusión en la calle, se observa un cansancio de las instituciones y se oyen otros ruidos inquietantes. Suenan los tambores del miedo. Las urnas, más que otra cosa, acabaron con la tentación golpista; pero en esta ocasión vuelve la incertidumbre, a la vista de todos los sondeos, ratificados por la gran encuesta del CIS. Y no mejoran las perspectivas para formar Gobierno. Es verdad que gana el PP, que se ha convertido en la principal garantía de estabilidad, pero la única fuerza en expansión, a costa del PSOE, es «Unidos Podemos», que amenaza con dar el golpe, el zarpazo definitivo, y poner patas arriba todo el sistema democrático, tan laboriosamente construido desde aquella primera pegada de carteles.