Enrique López
La picaresca de la corrupción
Ayn Rand, filósofa norteamericana de origen ruso, muy conocida por su obra «El Manantial», es una fuente inagotable de buenas reflexiones, y una de ellas dice así: «Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos, sino, por el contrario son ellos los que están protegidos contra usted. Cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un auto sacrificio, entonces podrá, afirmar sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada». No se puede decir más con menos palabras, este párrafo debería estar esculpido en todo edificio público o corporación privada, y debería ser objeto de estudio y desarrollo en las escuelas. Que en España se está combatiendo de forma eficaz la corrupción es un hecho incontestable, que ello es fruto de un sistema democrático fuerte y un logro colectivo, también; resulta perverso que algunos quieran convertir estos éxitos en patrimonio de su ideología, porque la corrupción es trasversal y no distingue ideas ni postulados políticos. Ya en Deuteronomio 16:19 podemos leer: «No tuerzas el derecho; no hagas acepción de personas, ni tomes soborno; porque el soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los justos». La corrupción en la actividad humana es tan antigua como el propio hombre, y ello nos debe animar a luchar contra la misma con mayor ahínco si cabe. España se ha dotado de unas buenas leyes para ello, posee una policía judicial muy eficiente en la investigación, y goza de un Poder Judicial independiente para la resolución de las causas judiciales, pero la lucha debe ser diaria y permanente, y se debe concentrar sobre todo en la prevención, y la mejor fórmula es la transparencia, el libre acceso de la sociedad a la información, lo que garantiza que cualquiera que tome una decisión, la adopte con mayor celo y cuidado, procurando no apartarse de las buenas prácticas legales y éticas. Así, por ejemplo, cualquier expediente público de contratación o adjudicación, salvo los que afecten a temas reservados como la defensa, seguridad, etc., deben ser públicos, de tal suerte que por ejemplo cuando investiga la policía judicial no tenga que requerir a una administración para que aporte un expediente, pudiendo acceder al mismo descargándolo directamente de un portal digital público. Esto no es más que un ejemplo de lo que queda por hacer, puesto que aunque se ha avanzado mucho, se debe estar en una permanente revisión de procesos de control y prevención. La sociedad española está abandonando afortunadamente la vieja leyenda del ensalzamiento del pícaro y la picaresca, y por el contrario, hoy en día existe una gran repulsión no sólo a la corrupción, sino al abuso y engaño, y en definitiva a la picaresca que tantos ídolos ha creado en nuestro país, y esto es una logro colectivo del que nadie puede apropiarse. Sólo resta valorar el esfuerzo y sacrificio.
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