Alfonso Ussía

La preguntita

Me aburre consultar los textos de las opciones de la preguntita. Más o menos se diferencian de esta guisa. Preguntita uno: ¿Quiere que Cataluña sea un país independiente? Preguntita dos: ¿Desea que Cataluña sea una nación independiente? En la recámara, la preguntita tres: ¿Anhela que Cataluña sea independiente? Llevan meses con la dichosa preguntita y todavía no han alcanzado un acuerdo.

El enamorado a la enamorada: «Mi amor, tenemos que llegar a un acuerdo para la pregunta. A este paso se nos pasa la fecha de la boda». Pregunta uno: «¿Me amas y quieres casarte conmigo?». Pregunta dos: «¿Estás enamorada de mí y quieres formar conmigo una familia?». Pregunta tres: «¿Nos casamos?». Respuesta de ella: «Tenemos que matizar más la pregunta para que yo pueda tomar una decisión libremente haciendo uso de mi derecho a decidir». Pasan dos trimestres. «No podemos tener a nuestras familias en permanente estado de nerviosismo. Si no te parece mal, mañana nos tomamos una copa y decidimos de una vez la pregunta»; «Bien. Pero de mutuo acuerdo».

Copa de negociación, no de amor. Él propone y ella dispone. Él es como CIU y ella, como «Esquerra». Proposición primera: «¿Me amas y quieres casarte conmigo?». Ella: «Rechazo la pregunta. Me quiero casar contigo pero no te amo».

Segunda propuesta: «¿Estás enamorada de mí y quieres formar conmigo una familia?». Ella: «Pregunta absolutamente inadecuada. No estoy enamorada de ti. Me haces gracia, simplemente. Y lo de formar contigo una familia me da muchísima pereza». Proposición tercera: «¿Nos casamos?». Ella: «Sí, siempre que me garantices un buen nivel de vida y lo firmes ante un notario». «Creo que tenemos que reunirnos de nuevo porque ni a ti te gustan mis preguntas ni a mí tus respuestas». «Tu tienes el derecho a preguntar, y yo el derecho a decidir. He sabido por fuera que tu familia no lo está pasando bien económicamente, y mi derecho a decidir me recomienda no dar un paso en falso».

No hubo boda. Como no la habrá en el independentismo catalán. No se entiende el retraso en adoptar con unanimidad una pregunta tan sencilla y tan chorra. El Presidente de la Generalidad acudirá próximamente a su cadena de televisión para explicar a la insuflada ciudadanía los pormenores del proceso independentista, pero ha advertido «que se reservará la pregunta para finales de diciembre». Quizá para el 28 de diciembre, que es fecha muy señalada.

Ni en la intimidad. Mas, con su pijama con la cuatribarrada, se introduce en el lecho conyugal. Su mujer se mueve inquieta. «Pareces una "sargantana". No paras de moverte». (Abro paréntesis. Mi fuente lingüística me asegura que «sargantana» es la voz culta para referirse a la nerviosa lagartija. No obstante, expongo mi duda al saber que «lagarto» se dice «llangardaix», que no tiene nada que ver, lo cual me preocupa y me ayuda a comprender lo difícil que resulta alcanzar un acuerdo sobre el texto de una pregunta, porque no es lógico que el lagarto se diga «llangardaix» y la lagartija, «sargantana». Cierro paréntesis). Lo habíamos dejado cuando ella se movía inquieta y Mas le dijo que parecía una lagartija. Y ella acepta el cariñoso desdén con un mohín de simpático disgusto: «No he de parar de moverme hasta que no me digas el texto de la pregunta».

«Lo siento, esposa "meva", pero ni a ti te lo puedo revelar. El futuro de Cataluña depende de mi discreción. Eso sí, te anuncio que todavía no tenemos la pregunta, ni la respuesta, ni sabemos si vamos a preguntar, y que si esto sigue así vamos a hacer un ridículo del carajo de la vela».

No crean que esta versión sonriente de la situación está reñida con la realidad.