Julián Cabrera
La «Realpolitik», candorosos
Es cierto –y pregunten si no por Grecia al bueno de Tsipras– que no hay nada como llegar al Gobierno para darse baños de realidad y retratarse políticamente en lo relativo al cumplimiento de determinadas promesas. Pero para perder la virginidad frente a los devaneos del llamado «juego político» no es necesario ni siquiera el acceso al poder y sobre esto tanto Albert Rivera como Pablo Iglesias están recibiendo un curso acelerado.
La presidenta en funciones de la Junta andaluza, no precisamente ingenua en estas lides, ha sabido trasladar un problema propio nada menor como es el de su incapacidad para acceder sola a San Temo, a los candorosos Podemos y Ciudadanos y por extensión al PP, situándolos como primeros responsables de una eventual repetición de las elecciones, eso que Susana Díaz apuntaba en Onda Cero a propósito de lo que «le dicen» por la calle: «Chiquilla, a ver si éstos te dejan gobernar». Todo un documento en boca de quien adelantó elecciones por interés estratégico cuando no personal y toda una lección para los becarios de la «Realpolitik».
Si realmente las formaciones de Rivera e Iglesias abocadas «sí o sí» a retratarse quieren cambiar las cosas en Andalucía, no tendrían más que olvidarse de decálogos de buenas intenciones y exigir de verdad –y esto afecta a realidades como el PER– la desmantelación de una red clientelar incrustada desde hace décadas y muy ligada a escándalos ligados al poder y de todos conocidos.
Aun así, puede darse la paradoja: si Ciudadanos opta finalmente por entenderse con los socialistas en ayuntamientos y autonomías, la consecuencia puede ser nefasta para el PP en el poder territorial, pero curiosamente buena por clarificadora para Rajoy de cara a las generales porque todos estarán ya retratados.
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