Casas reales

La Reina del Brexit

La Razón
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A Isabel II le ha tocado lidiar a lo largo de su largo reinado con muchos problemas, pero quizá ninguno como éste del Brexit. Y lo digo porque si en anteriores ocasiones ella debía actuar: caso Diana de Gales, los escándalos de sus hijos, o los líos económicos y fiscales de su familia, lo del Brexit excede sus competencias. Es un tema político, y ella sabe que debe permanecer neutral. ¿O no?

El precedente más inmediato fue el referéndum de independencia de Escocia de 2014. En aquella ocasión, un portavoz del Palacio de Buckingham filtró oportunamente que la soberana estaba «horrorizada» ante la posibilidad de que los escoceses abandonaran Reino Unido e incluso instó a «pensar muy cuidadosamente» la decisión antes de votar. Esta vez las cosas han sido algo distintas. El día anterior al referéndum, el diario «The Sun», firme partidario del Brexit, aseguró que la soberana había pedido a varios invitados a una cena oficial que le dieran «tres buenas razones» para justificar que Gran Bretaña siguiera en la Unión Europea. Esta información, confirmada por su biógrafo Robert Lacey –que situó la pregunta en ámbitos más familiares–, recibió un desmentido del Palacio de Buckingham: «La reina no tiene voto y considera que debe estar fuera de la campaña», y añadió que Isabel II «se ha mantenido políticamente neu-tral durante los 64 años de su reinado» y que el referéndum «es una cuestión del pueblo británico».

Los exégetas de los comunicados de Buckingham advirtieron, sin embargo, cierta distancia en el rechazo a la información del diario sensacionalista. Sea como fuere, sí supimos que ni Isabel II ni su marido ni su familia más cercana fueron a votar el pasado jueves, amparados en que «la reina está por encima de la política».

Y yo me pregunto: ¿formar parte de la Unión Europea es sólo algo político? No me lo pregunto porque en Inglaterra reine la Casa de Hannover –por mucho que hayan cambiado su nombre a Windsor– o porque el duque de Edimburgo proceda de la Familia Real griega, es decir, danesa. No. Lo digo porque en estas situaciones es cuando un monarca puede y quizá debe –siempre de una manera prudente e indirecta– orientar a sus ciudadanos. Esto forma parte de la ejemplaridad que ellos esperan de su soberano. Y eso no es política. Sencillamente es también servir a su pueblo. Veremos cómo termina afectando el Brexit a la unidad del Reino Unido y, por ende, al reinado de Isabel II.