Iñaki Zaragüeta
La responsabilidad de Sánchez
Pedro Sánchez (PS) debe tener una doble sensación. Por un lado, esa felicidad propia de la condición humana, la de la venganza. Por otro, el de la responsabilidad, que obliga a facilitar la salida de la encrucijada del momento, si de verdad en su concepto de la política cabe aquello del «servicio público» y del «interés general». Respecto al primero, recuerdo el concepto de felicidad descrito por uno de los grandes maestros rusos, Lermontov, «la felicidad es ver el orgullo de uno mismo satisfecho» en su quizá mejor obra «Un héroe de nuestro tiempo». Se me quedó grabada, allá por mi juventud, de la misma forma que discrepo. El secretario general del PSOE le ha devuelto a Rajoy la investidura fallida que sintió a primeros de marzo con un vapuleo dialéctico por parte del líder popular que llegó a humillación para quien pretendió un imposible. La «vendetta», eso sí, se ha limitado a impedir que Rajoy se saliera con la suya aunque para ello recibiera otra estocada parlamentaria en la segunda jornada «si yo soy malo, ¿usted qué es?. ¿Pésimo?».
Lograda esta paupérrima y casi pírrica muesca en su revólver, ¿qué hacer ahora? ¿el cervantino «sostenella y no enmendalla» hacia ninguna parte? o ¿afrontar la responsabilidad, obligación si se apura la reflexión, de desatascar un escenario de graves consecuencias para todos? Sí, para todos, porque el mantenimiento de una España sin Gobierno repercutirá, repercute ya, en nuestros presupuestos, en los saldos con la Unión Europea y las finanzas internacionales, en nuestra imagen como nación en el mundo, especialmente en el desarrollado con el que nos codeamos y queremos codearnos, en el desarrollo, en el empleo. En definitiva, en los bolsillos de todos nosotros. El panorama político actual afecta de lleno al PSOE como instrumento imprescindible para superar el momento. No lo pueden ser los separatistas, ni la izquierda radical, ni los comunistas. Por más que Sánchez quiera negarlo o pretenda ponerse espaldas, trasciende su interés particular, el de su batalla por asegurarse ¿? la secretaría general. El momento reclama al PSOE en su papel institucional que tantas veces ha desempeñado en la democracia y que PS no puede obstaculizar que vuelva a desempeñar. La hora ha llegado. Así es la vida.
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