Campaña electoral

La trampa de la lista

La Razón
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Las ideas en las campañas electorales brillan por su ausencia. Las ocurrencias no: esas son lo habitual y seguramente son las culpables de que nos hartemos tan rápido de discursos, propuestas y majaderías. Pues bien, la última idea de campaña –según declaraciones coincidentes de los terminales mediáticos y ministrables socialistas- es que gobierne no la lista más votada, como reclama el PP, sino la lista con más apoyos. Esa sería la única forma de no repetir nuevas elecciones y –según también dicen– de conseguir un Gobierno estable en una legislatura breve y complicada.

Lo de la lista más votada tampoco es ninguna novedad. Es lo que suele ocurrir habitualmente cuando hay una sesión de investidura. Se presenta un candidato de una formación –léase lista– y recibe los apoyos suficientes para ser elegido. Aunque sean de la CUP. Pero aquí no estamos hablando sólo de investidura, sino de gobierno, y además ya ven cómo están las cosas en Cataluña. Y entonces, ¿dónde está el truco? Pues en la lista más votada. Me explico: es evidente que el PSOE está en caída libre pero, por mucho que caiga, las encuestas dicen que rondará los 80 diputados. Incluso podría ganar en escaños –que no en votos- a Unidos Podemos. Pero si así fuera, y si Ciudadanos consiguiera los 35 o 40 escaños que las mismas encuestas aventuran, nos podríamos encontrar con un escenario inédito: que la suma PSOE-Ciudadanos consiguiera más diputados que la lista del PP –ahí están las encuestas- y, si eso ocurriera, y podría ocurrir, nos encontramos con la trampa de la lista más votada. Es decir –y dejando de lado a Unidos Podemos–, la suma de estos dos partidos y entonces ¿quién podría privarlos de gobernar?

Una de las cosas que no por esperadas resultaron más sorprendentes del debate a cuatro del pasado lunes fue sin duda el guante blanco con que se trataron Pedro Sánchez y Albert Rivera. ¿Qué te esperabas? me dijeron. ¿No habían hecho un pacto? Sí, resulta evidente, pero no deja de sorprender la contundencia con que se refirió el líder de Ciudadanos a la corrupción del PP–con alusiones personales a Rajoy– y lo suavísimas que resultaron las referencias al PSOE, zanjadas por Rivera con la medalla que se colgó de que su partido había conseguido que Chaves y Griñán renunciaran a sus cargos antes de apoyar al gobierno andaluz de Susana Díaz. A mí que me gustó el discurso de Rivera, me sorprendió bastante esta discriminación, y sólo encuentro una explicación en ella: lo que están preparando para el día después al 26-J.

Es decir, si la suma de escaños PSOE-Ciudadanos supera al PP vamos a encontrarnos con un escenario nuevo y muy difícil de gestionar en las filas de Rajoy. ¿Terceras elecciones? ¿Amenaza de Pedro Sánchez de echarse en brazos de Podemos? La presión sería muy grande sobre los populares y por eso sólo les queda una opción: superar al menos con diez escaños esos 116 de los que parten tras el recorte de restos por parte de Unidos Podemos.

Ustedes me dirán con bastante sentido común que si Pedro Sánchez baja aún más de los noventa escaños no debería seguir en ningún caso. Pero miren por donde, tiene una oportunidad más de supervivencia. O al menos, una supervivencia temporal ¿dos años? Que le permitiera luego –¡como dijo!– presentar una cuestión de confianza que perdería –eso seguro– y retirarse para el resto de sus días. ¿Y quién se quedaría? Pues Albert Rivera. ¿Y Rajoy dónde estaría ya? ¡Pues quién lo sabe si pierde el Gobierno!