Alfonso Merlos
Las cosas claras
Digámoslo por corto y por derecho. La convención del PP de Cataluña debe servir para fijar qué interesa y qué no para devolver a una españolísima región a unas cotas de prosperidad y unos niveles de convivencia cívica que nunca debió abandonar porque nunca debió caer el poder en manos de onanistas y miopes, dirigentes tóxicos con vocación al maltrato del interés general de la gente corriente.
A Cataluña no le interesa un respaldo masivo a CiU, porque significa: la continuación de un proyecto de independencia suicida, la distracción de los presupuestos y la colocación del gasto en cuestiones menores, el achatarramiento del sistema de sanidad pública, el avance de políticas educativas anticonstitucionales que igualan al alumno con la cobaya, el acelerón permanente para estrellar la agenda autonómica contra la del Estado, el abandono de las preocupaciones a pie de calle, sustituidas por el circo y el victimismo: la bufonada esforzada y el llanto impostado.
A Cataluña le interesa un respaldo al PP porque eso equivale a: la apuesta decidida por un proyecto común, la dedicación del dinero del contribuyente a capítulos que sirven para aumentar niveles de bienestar, el diseño de un sistema de sanidad pública en la que los menos privilegiados no sean abandonados, unos planes de estudios en los que el punto sea la excelencia y el establecimiento de unos marcos de cooperación con el gobierno de la nación estables. De acuerdo con la ecuación «win-win»: todos ganamos, dejando en la orilla el espectáculo barato y formas secesionistas de captación de votos que rayan la prostitución. Es la hora de la verdad para el PP en Cataluña. Se lo juega a todo o nada.
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