Juan Ramón Rallo
Las cuentas falsas de Sánchez
A juicio de diversos analistas, Pedro Sánchez salió vencedor del debate electoral de este lunes. Se nos dice que el presidente del Gobierno adoptó un tono propositivo e institucional: que no dejó de efectuar promesas a los ciudadanos acerca de cómo remediar los distintos problemas que nos acechan. En realidad, sin embargo, Sánchez emergió como un piloto sin rumbo: como un embaucador que comenzó a sacarse conejos de la chistera sin orden ni concierto pero que no explicó, ni sería capaz de explicar, qué coste y efectos económicos llevarían aparejados tales medidas. Por ejemplo, en el plano estrictamente económico, Sánchez prometió ingreso mínimo vital, gratuidad en la educación de 0 a 3 años, impulsar un parque de vivienda pública en alquiler, multiplicar las becas, eliminar los copagos farmacéuticos, incluir la salud bucodental en el sistema sanitario público y revalorizar las pensiones conforme al IPC. El gasto estimado por todo este conjunto de medidas supera los 20.000 millones de euros. ¿Cómo pretende pagarlo? Recordemos que las subidas de impuestos que propugnó el PSOE en el fallido anteproyecto de presupuestos generales del Estado para 2019 (algunas de las cuales, como el alza del IRPF, ni siquiera sigue defendiendo a día de hoy) totalizaban unos ingresos extra para el Fisco de 5.500 millones de euros.
¿De dónde piensa sacar, pues, la diferencia habida cuenta de que, además, la Comisión Europea nos reclama, con razón, recortes de 6.000 millones de euros y de que, por desgracia, ya no estamos creciendo con el vigor de antaño (y, por consiguiente, la recaudación impositiva no aumenta al ritmo de entonces)? De hecho, y en este último aspecto, es dónde pudimos ver a un Sánchez más impotente y desorientado. Frente a la grave desaceleración económica que ya está impactando negativamente sobre la creación de empleo en nuestro país (98.000 parados más en el mes de octubre), el candidato socialista sólo fue capaz de articular una propuesta: nombrar a Nadie Calviño vicepresidenta económica de un futurible Gobierno de izquierdas. Y no es que Nadie Calviño sea una mala elección (es de lo más digerible dentro del PSOE), pero todos deberíamos ser conscientes de que elevar el rango de una persona dentro del Consejo de Ministros no tiene ninguna influencia sobre la marcha de la economía. Es puro postureo político frente a una desaceleración que debería ser uno de los principales asuntos de preocupación de nuestros gobernantes. Muchas propuestas vacías pero, a la hora de la verdad, ninguna solución.
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