Restringido
Libertad y religión
La llegada de un proceso electoral general es una buena ocasión para conocer las verdaderas intenciones de las distintas opciones políticas que concurren al mismo, y también la solidez de las convicciones y de los principios que cada una de ellas dicen defender. Y ello es así por que en política, en muchas ocasiones, pero de manera recurrente en los últimos tiempos, se acude por parte de los partidos,más que al ideario y a las convicciones que tengan, a hacer propuestas que piensan halagan a la mayoría de los ciudadanos y/o a su electorado hasta llegar a suplirlos por éstas con el único fin de alcanzar el poder como sea, aunque eso entre en flagrante contradicción con lo que se ha hecho y se ha defendido anteriormente.
La propuesta del PSOE que hemos conocido en materia educativa en cuanto a la enseñanza de la religión y a los conciertos educativos en su programa electoral para las próximas elecciones generales del 20 de diciembre es un ejemplo de ello. Su secretario general ha anunciado que suprimirán la enseñanza de la religión del horario escolar en todos los centros escolares, ya sean públicos, privados o concertados, y que denunciarán el Concordato con la Santa Sede, convenio suscrito con la Iglesia católica suscrito en el año 1976, modificado en el 1979 y vigente desde entonces.
Al PSOE y a su secretario general se le han pasado por alto las posiciones defendidas por su partido en estos asuntos a lo largo de estos años. Y lo que es peor, lo que establece la Constitución Española y la legislación educativa estatal de carácter básico. En ambos casos, fruto de lo defendido y regulado por las leyes educativas aprobadas por el propio partido socialista. La Constitución Española señala en su artículo 16.3 que «ninguna confesión tendrá carácter estatal», reconociendo una relación singular con la Iglesia Católica, y añadiendo el artículo 27.3, dentro de la regulación del derecho a la educación, que «los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones».
España por lo tanto, se configura constitucionalmente como un estado aconfesional,–no laico–, en el que la formación religiosa y moral de los niños está reconocida dentro del derecho fundamental a la educación, y es decidida por los padres conforme a sus convicciones. Y los poderes públicos deben facilitar esa elección ofertando esa formación conforme a las convicciones de los padres en los centros docentes, cualquiera que sea el tipo de centro que elijan, público, privado o concertado. En desarrollo de esas previsiones constitucionales, la Ley Orgánica del Derecho a la Educación de 1985 aprobada por el PSOE recogió en su artículo 4.1,c) el derecho de los padres a esta formación en los mismos términos en los que se establece en el artículo 27 de la Constitución española, regulando también los tipos de colegios existentes, distinguiendo entre los privados,–que funcionan en régimen de mercado mediante precio,– y los sostenidos con fondos públicos,–concertados y públicos,– para poder hacer compatible y efectiva la libertad de elección y la formación religiosa y moral,con el derecho a la educación.
De la lectura de estos artículos resulta evidente que la propuesta del PSOE y de su secretario general es de nuevo una ocurrencia electoralista que busca obtener un presunto rédito electoral sobre la base de lo que se considera moderno y progresista en este momento, que sin embargo va en contra de los postulados tradicionales de los socialistas en esta materia, que se vieron plasmados en la Constitución de 1978 que nos dimos los españoles y en su desarrollo legislativo posterior, y que se reafirma en el desconocimiento absoluto de estos textos legales, –en especial de la Constitución,– cuyo contenido vulnera de manera flagrante. Se atenta claramente contra la libertad de los padres de elegir la educación religiosa y moral que quieren para sus hijos, y contra la libre elección del centro público, privado o concertado en el que quieren que la reciban. Lo mismo cabe decir de los colegios concertados, hoy también atacados por los propios que los impusieron, –los socialistas–, y cuya razón de ser era precisamente hacer efectivo el derecho a elegir esa educación conforme a sus convicciones a los padres que no tenían recursos económicos para llevar a sus hijos a centros no sostenidos con fondos públicos.
Impedir a los colegios privados, públicos y concertados impartir esta enseñanza religiosa bajo la justificación ignorante de un estado laico que nuestra constitución no contempla,además de vulnerar la Constitución, supone impedir a los padres con menos recursos económicos elegir la educación moral y religiosa que quieran para sus hijos conforme a sus convicciones, y condenarles a recibir el adoctrinamiento moral que decida el responsable político de turno, como ya pudimos comprobar con la imposición de la famosa asignatura de «educación para la ciudadanía» de los gobiernos socialistas.
El líder de Ciudadanos ha dicho sobre esta propuesta que deben dejarse los debates trasnochados de rojos y azules, y centrarnos en los asuntos que preocupan a la gente y a su futuro.
Comparto la idea, pero no comparto la propuesta. Tradicionalmente desde posiciones de centro derecha, se han eludido debates y se han dado por supuestas cosas que, desde posiciones políticas de izquierda, se han atacado directa o indirectamente de manera recurrente a lo largo del tiempo, hasta lograr presentarlas como verdades irrefutables que constituían –según ellos–, aspiraciones progresistas para la mayoría de los ciudadanos, distorsionando la realidad y vulnerando los principios básicos de nuestra convivencia asentados en nuestro marco constitucional.
Por eso no debemos dejar de lado ni pasar por alto esta cuestión, por que no es una cuestión menor. Afecta a los principios básicos en los que se asienta nuestra concepción de la vida, nuestra educación, nuestra formación, nuestra libertad y nuestra sociedad. Creo por eso que es necesario recuperar los consensos básicos sobre aquellas cuestiones que deben formar parte de los pilares sobre los que se asienta nuestro estado, que deben estar al margen de la pendencia política y del cuestionamiento permanente. Y creo que la educación y la libertad de elegir de los padres la educación que quieren para sus hijos es una de ellas. Por eso, y por que de manera reiterada se cuestionan por algunas opciones políticas de izquierda, no podemos eludirlas. Debemos defenderlas con la misma fuerza y convicción con que otros las atacan, y cuidarlas de manera permanente hasta conseguir que, efectivamente, queden al margen de la conveniencia política del momento. Eso es lo que nos permitirá ser un país fuerte y serio, y centrar nuestros esfuerzos en lo que realmente preocupa a los ciudadanos, y en lo que debemos hacer para ganar el futuro.
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