César Lumbreras
Lo de Lima y la PAC
Las negociaciones que se celebran estos días en Lima, bajo los auspicios de la ONU, sobre cambio climático y la reducción de los gases de efecto invernadero, tendrán importantes repercusiones sobre la PAC del futuro. No es aventurado decir que, si se avanza en esta reunión y eso permite llegar a un acuerdo definitivo en diciembre del año que viene, en el encuentro que se celebrará en París, nos encontraremos ante un nuevo escenario mundial en esta materia, que hipotecará las reformas de la PAC que se negocien a partir de ahora. Si finalmente se adquieren nuevos compromisos para reducir las emisiones de este tipo de gases, habrá que recortar, por ejemplo, el uso de los fertilizantes y abonos; también se deberá tener cuidado con la utilización de la maquinaria agrícola; las pobres vacas están asimismo en el punto de mira, por sus elevadas emisiones de metano. Son tan sólo algunos ejemplos de las repercusiones sobre el sector agrario. En el otro fiel de la balanza está el importante y beneficioso papel de la actividad agraria y forestal, ya que las plantas, los árboles y los bosques contribuyen a fijar el CO2, a reducir sus emisiones a la atmósfera y a que aumente la producción de energías menos contaminantes que las fósiles. Por todo lo anterior, no es descabellado afirmar que, cuando se negocien las próximas reformas de la PAC, se obligará a los perceptores de ayudas a realizar, si quieren cobrarlas, prácticas agrícolas que reduzcan los gases de efecto invernadero y se incentiven con más apoyo financiero las actuaciones para transformar los mismos a través de los cultivos y plantaciones forestales. En resumen, que lo de Lima, aunque no sea lo definitivo, tendrá importantes repercusiones a medio plazo para el campo europeo, incluido el español.
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