César Vidal
Lo que China hace bien (II)
Quizá uno de los aspectos más llamativos de la China actual es la manera en que ha conseguido tomar del exterior todo lo positivo y rechazar de plano lo que tiene efectos negativos. Como si sus actuales dirigentes hubieran leído a Washington o a Jefferson, China evita como si fuera la peste cualquier tipo de alianza militar permanente. Si el día de mañana –Dios no lo quiera– fuera víctima de una agresión, quizá buscaría y encontraría apoyos cercanos. Sin embargo, a día de hoy, no existe organización militar internacional que cuente con la presencia de China. Formar parte de alguna implicaría limitaciones en su acción exterior e incluso en su soberanía que no le parecen tolerables. En paralelo, China desarrolla una actividad internacional hiperactiva a la vez que fascinante. No tiene enemigos –salvo aquellos que pretendan crearle problemas internos–, pero sí amigos a los que está encantada de vender sus productos. Que sean negros, blancos o a cuadros no importa nada a una China que no está unida a otros socios. Esa conducta se sustenta entre otros pilares en una visión meritocrática y en unos impuestos extraordinariamente bajos. En otras palabras, la gente no se afilia al partido comunista porque así va a recibir un pesebre a costa del contribuyente, sino que es cooptado porque, por ejemplo, ha destacado especialmente en la universidad. A pesar de sus limitaciones, el sistema es mucho menos corrupto que la Cataluña de Pujol o la Andalucía de los ERE y ha conseguido conservar una visión meritocrática que brilla por su ausencia en no pocas naciones con elecciones libres. Que eso suceda en una nación que se define como comunista, que se evite el crear puestos públicos pagados por el contribuyente para satisfacer a clientelas y que además los impuestos sean muy bajos para evitar el estrangulamiento de la economía constituyen ejemplares aciertos. Además son conductas inteligentes y, por añadidura, indispensables si se desea el progreso económico de una nación. Mientras en otras partes del mundo el aparato del Estado se convierte en un monstruo dedicado a cargar a paniaguados, a despilfarrar cantidades absolutamente injustificadas y a entrar en la economía nacional como un elefante en una cacharrería subiendo los impuestos, aumentando la deuda y descontrolando el déficit, China está firmemente dedicada a dejar que la iniciativa privada vuele libre, a mantener una fiscalidad leve y a impulsar a la gente a que trabaje y emprenda y no a que viva del presupuesto. Desde luego, es para reflexionar.
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