Cristina López Schlichting

Los corruptos

Dice uno de los mecánicos de la nave de Olesa de Montserrat –donde La Razón ha revelado que tiene Jordi Pujol Jr. sus coches de lujo– que, cuando iban a tomar café y estaba Antena 3 puesta en el bar, «Junior» prorrumpía en exabruptos en catalán, llamaba «fachas» a los periodistas y obligaba al camarero a cambiar a una cadena nacionalista. Parece que el hijo de doña Marta Ferrusola es bastante chulito. Por cierto, tiene unos 50 coches en el garaje de marras, siempre según las mismas fuentes, entre ellos un Chevron B 8 de 200.000 euros que no había salido a la luz. Sólo los vehículos conocidos (Ferrari F 40, Porsche Carrera 6, Lola T 70, Lamborghini Miura P 400, McLaren, Mercedes SLR y Chevron B8) le habrían costado tres millones doscientos mil euros. Quinientos millones de pesetas. Puesto que se trata de una afición, es fácil suponer que el muchacho no le dedica más que una pequeña parte de su patrimonio, así que los 300 millones de euros que se le atribuyen al clan familiar parecen pocos. De dónde han sacado tanta pasta es una pregunta justa. También en qué banco o en qué paraíso fiscal está (ya nos ha dicho Jordi Pujol padre que no lo tiene en Suiza. Los Mas, desde luego, siempre han preferido Liechtenstein). Ahora resulta que Luis Bárcenas, ex tesorero del PP, también tiene 22 millones en la zona. Me imagino los salones de los hoteles de Zúrich, tan serenos y enmoquetados ellos, con sus «fumoirs» y butacones: «¿Qué, ya te han arreglado lo tuyo?» «Sí, lo he metido en la empresa, no me gustaba que Hacienda anduviese buscando mi firma». «Me alegro, ¿quieres un whisky?» Allí no cuentan razas ni ideologías. Los Bárcenas y los Pujol se hermanan al margen de partidos y nacionalismos. El dinero no tiene color. Espero muy sinceramente que Ignacio González no se haya beneficiado, en la compra de su ático en Estepona, de una recalificación a través de una empresa tapadera. Si así fuese, el PP habría perdido Madrid. Resulta muy duro tributar trimestralmente por una pequeña empresa o contribuir a Hacienda de forma inmisericorde y recabar día tras día que se lo llevan crudo en todos los partidos. Estas familias universales, con casas en los Hamptons o los Cayos, con hijos en los internados de Suiza, con caballos pura sangre y coches clásicos, con sus bodas entre ellos, dan un asquito tremendo. Todos somos los «maketos» o «charnegos» de estas oligarquías defraudadoras que nos desprecian.