Los fuegos del verano

Al volver del veraneo, no puedes recurrir al ya desgastado título del largo y cálido verano porque desde junio hasta hoy hemos estado a pleno fuego y los augurios dan por hecho que algunos incendios que se pueden avivar en esta misma semana pueden ser arrasadores. En primer lugar, el calor no ha dado tregua. Los 40 grados se han convertido en lo habitual. Altísimas temperaturas, sequía y los bosques y montes descuidados han llenado de incendios España. En nuestras tierras, el producido entre Moguer y Mazagón puso a temblar a Europa entera, por el peligro que corrió Doñana. Ya metidos en agosto, el mismísimo infierno se apoderó de las Ramblas de Barcelona. Los terroristas islamistas –se que esto está mal visto, pero es que los terribles autores eran islamistas; el organizador, un imán; y los que reivindicaron la atroz matanza se autotitulan Estado Islámico– pretendían efectivamente que las llamas se apoderaran de la ciudad. Al fallarles, con el fuego de la muerte se llevaron 15 vidas, cientos de heridos y el dolor y el miedo de mucha gente. Me parece perfecto el lema de no tenemos miedo, pero miedo hay. Lo que sucede en estas ocasiones: hay que ser como los toreros, que el valor es vencer el miedo. Luego llegó el fuego en forma de gritos, esteladas y descalificaciones de los otros fundamentalistas, los independentistas, con su sucia mezquindad. Para apoteosis final, la CUP –que ellos son los que marcan los tiempos– y sus secuaces provocarán el mayor de los incendios en estos días: referéndum y leyes de desconexión en un dos por uno que contraviene todas las leyes vigentes. Como verán, los fuegos del verano siguen creciendo. En situaciones tan tremendas, lo que corresponde es asomarse a la Selección Española, que llena el Bernabéu de banderas de España, de gritos patrióticos y encima ganando con toda autoridad a Italia, una de las grandes selecciones de la historia. ¿Cómo no somos capaces de llevar ese espíritu, esa fuerza, ese orgullo de ser español a todas las calles de España?