Podemos
Los impotentes
Hay muchas preguntas en el aire, pero dejémonos de pamplinas: la clave es si Rajoy, con 137 diputados, se mantendrá en La Moncloa los cuatro años que pretende o si la legislatura, que se anuncia tumultuosa, será corta. Y sobre ese telón de fondo, si Pablo Iglesias y sus «cuates» van hacia arriba o hacia abajo. La última encuesta, que hay que coger con pinzas más largas de lo habitual al no haber elecciones a la vista, subraya que el PP se sigue consolidando, aunque sin llegar todavía a esa mítica cifra del 40% de los votos que garantiza la mayoría absoluta y que del resto de los jugadores, los únicos que suben un poco son los de Podemos. De ahí concluyen algunos listos, traumatizados y animados a la vez por el éxito de Trump que la banda del Coletas va al alza y que nos encaminamos a un escenario político en el que terminarán disputándose la supremacía izquierda-derecha los podemitas y los populares. Estoy en total desacuerdo. A Podemos se le ha pasado el arroz y, tal como se está perfilando el PSOE, una vez enviado Pedro Sánchez a pasearse en coche, ni siquiera será la fuerza hegemónica de la oposición. Tuvo su oportunidad y afortunadamente para España y los españoles la pifió, porque al cursi de Pablo Iglesias le nubló la vista ese soporífero cóctel que forman soberbia y frivolidad. Hace seis meses, si en lugar de postularse como vicepresidente y reclamar para sus compinches el CNI, el CIS, RTVE, Interior, Educación y Defensa, hubiera permitido que Sánchez accediera a la presidencia con apoyo de Ciudadanos, se hubiera quedado como dueño y señor de la izquierda, la parlamentaria y la extraparlamentaria, y a estas horas estaría marcando la agenda. Tuvo una postrera ocasión de reengancharse, cuando Sánchez negociaba con independentistas y otras yerbas para lograr la investidura, pero ahí se topó con el sector sensato del PSOE, el mismo que ahora se enfrenta a la ciclópea tarea de reconstruir el partido de Felipe González y volver a convertirlo en alternativa. Esa labor, que socavan con tanto frenesí como insensatez los Tudanca, Iceta, Mendía, Armengol, Abalos, Cerdán y López, requiere notable habilidad, bastante maquiavelismo y mucho tiempo. Arreglar el desaguisado que montó Zapatero y ha terminado de rematar Sánchez no exige meses, sino años. Para volver a levantar cabeza, los socialistas van a tener que depurar a manta, aclararse en asuntos esenciales, redefinir prioridades y plantear nuevos objetivos. Y eso va a permitir a Rajoy seguir donde está hasta casi 2020. Y, siendo como es, volverá a presentarse.
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