Martín Prieto
Los que asaron la manteca
Entrevistando a Manuel Fraga tras una de sus amarguras electorales, me ilustró como siempre hacía: «Mi querido amigo, en política todas las victorias son pírricas y todas las derrotas son provisionales». Hasta ahora ésta es la única reflexión de Artur Mas sobre la cadaverina organizada con la estabilidad institucional catalana. La victoria política nacional es de Pirro porque siempre lo es sobre connacionales y por eso los presidentes triunfantes apelan a gobernar para todos y dan las gracias a quienes no les han votado. Pero eso no está al alcance de los que asaron la manteca (Pujol y la Gran familia, el hereu Mas, Duran Lleida; ERC es un movimiento friki emergente y el PSC, una larga melancolía) que son como un aterrizaje extraterrestre sobre la historia de España, presente y futura. El que asa la manteca no es un rústico, es un perverso que sabe que salpica quemantemente a los demás. La aventura visualizada en Mas se asemeja a la equinoccial de Lope de Aguirre remontando el Marañón y autoproclamándose la cólera de Dios contra Felipe II. Mas ha escabechado su propio partido, ha engordado a su enemigo de clase ERC, ha debilitado al PSC y dividido por gala en dos al censo catalán, ya quebrado económicamente desde el tripartito encabezado por los socialistas. Pese a que los gobiernos de Madrid siempre se han sometido al chantaje de los propietarios del Estatut cuyo objetivo es quedarse con un Estado independiente y una suculenta Hacienda particular ajena a cualquier corresponsabilidad solidaria. Todos los gatuperios y falsedades que Artur Mas ha introducido en su campaña denotan que tienen de estadista lo que Gordillo, el líder «asaltasupermercados» del SOC andaluz. El «seny», la prudencia empresarial, y eso de que la pela es la pela, la repugnancia al aventurismo social, ¿lo ignoraba este caballero con alma de destrozona? No dará un paso al costado porque lo suyo es Armagedón, no la Arcadia feliz. Desde el malévolo Madrid habrá que recomponer el juguete roto.