Lucas Haurie

Los valores del deporte

Celebró como un gran triunfo el atletismo patrio el bronce en el Europeo de Cross que Alemayehu Bezabeh consiguió el domingo sin que nadie tuviese la sensibilidad de recordar la vergonzante absolución que la Federación Española le regaló cuando fue cazado en la «Operación Galgo». Para sonrojo de los responsables de la lucha antidoping en España, cuyas comparecencias en los foros internacionales son tomadas a broma. El ridículo de Madrid 2020 no fue debido al risible desliz del «relaxing cup of café con leche», sino a la permisividad hacia los tramposos. Abundan historias como la de este oriundo etíope en el deporte nacional, rico en blanqueo de expedientes sucios con la complicidad de las autoridades. También de unos medios de comunicación cuya exigencia ética se relaja en ciertos ámbitos, como si el declive moral de este país cínico y relativista no estuviese también relacionado con la glorificación del éxito mal habido: igual el evasor contumaz de impuestos que el deportista dopado. La Fiscalía Anticorrupción ha interpuesto una querella contra veintitantos futbolistas profesionales acusados de la compraventa de un partido que dio con los huesos de un club en Segunda división, con el consiguiente quebranto presupuestario y social. El capitán del actual campeón de Liga es uno de ellos, pero al Atlético de Madrid no le incomoda que su brazalete sea portado por el presunto muñidor de una monumental estafa. Un juzgado de Sevilla estima que la estrella del Real Betis perpetró cuatro delitos de maltrato contra su ex novia, pero el club lo homenajea por sus goles mientras los ultras corean: «Hiciste bien, no fue culpa tuya sino de la puta de tu mujer». La marca España.