Carlos Rodríguez Braun
Luis Torras
Cualquier cifra que veamos acerca de China es asombrosa, desde la cuadriplicación de su economía en la última década hasta su tasa de ahorro del 54 % del PIB. Luis Torras encaja estos datos y muchos otros dentro de un relato coherente en su libro: «El despertar de China» (Instituto de Estudios Económicos). Destaca la reforma de Deng Xiaoping, que da lugar al despegue que ha convertido a China en una «superpotencia pobre», el sustantivo por su PIB absoluto (que por cierto siempre fue bastante grande), y el adjetivo por su PIB per cápita. Esta reforma viene después del desastre de Mao, cuya colectivización mató a muchas más millones de personas de hambre que las que fueron víctimas de la represión policial. La reforma de Deng procuró revertir ese delirio (es preciosa la historia de los campesinos que
«inventan» la propiedad privada, en las págs. 115-116). Liberados de algunos de los aspectos más monstruosos del socialismo, el pueblo chino pudo empezar a prosperar, aprovechándose de la globalización, aunque ahora su modelo basado en las exportaciones, enfrenta dificultades. De ahí a afirmar que China es un país capitalista o que convergerá hacia una democracia occidental media un gran trecho, que Luis Torras no está dispuesto a recorrer: «Me resisto a categorizar como capitalista el actual sistema económico chino, y dudo que algún día lo sea». En algún sentido, empero, es como los países llamados capitalistas: «El gran peso muerto de la economía china es la parte de economía pública».
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