Iñaki Zaragüeta

Mantiene la línea roja

El presidente de la Generalitat se apuntó ayer un buen gol en su batalla contra la corrupción al lograr la dimisión de la exconsellera de Turismo, Ángelica Such, como diputada en Les Corts. Ha dejado claro que la línea roja existe. Ha tenido que moverla de la imputación a la apertura de juicio oral, pero sigue marcando un límite como respuesta a una lacra que afecta gravemente a las siglas populares.

Lo importante no es lo que le ha costado, sino haber impuesto la autoridad como líder de su partido. Lleva meses, desde antes del verano, ocupado en esta tarea, porque está convencido -no se ha cansado de reiterarlo- que ni siquiera los imputados, mucho menos los acusados formalmente, por casos de corrupción que no deben tener cargos públicos o de partido.

Las negociaciones de Fabra no acaban en Such. Está desgañitándose con Milagrosa Martínez, que hasta ahora está siendo más dura de pelar, y también con Sonia Castedo y Luis Díaz Alperi, quienes aún no tienen apertura de juicio oral pero se encuentran imputados en el caso Brugal.

El presidente del PPCV se ha puesto el traje de faena y, conforme se acercan las fechas de las elecciones europeas, autonómicas y municipales, pretende limpiar las máculas dañinas para las siglas con el objetivo de mostrar una ruptura radical con la imagen percibida por los valencianos y recuperar votantes para frenar la sangría que presagian por ahora las encuestas. Quedan demasiados casos judiciales que afectan al PPCV para los próximos meses, que configurarán un duro calvario y no pueden recorrerlo sin mover un dedo. Así es la vida.