Miguel Ors
Marc Márquez, Piqué y España
L3 Biosca
Me siento a leer los periódicos y leo cómo pasan, hacia el cementerio, los amigos. Ha muerto Gustavo Biosca, a los 86 años. El otoño, a una determinada edad, es la estación de los que viven más para no morir que para vivir.
–Yo –me dijo un día, ya sombreado por la muerte Vicente Calderón– ya no vivo para vivir, vivo para morir lo más tarde posible. Biosca era muy amigo de Kubala, de quien también yo era muy amigo, tanto, que Kubala, en el Mundial de Chile, en Viña del Mar, donde compartimos habitación él, Juan José Castillo y yo, dijo, nos dijo:
–Con vosotros, yo no me siento futbolista; conmigo, creo que tampoco vosotros os sentís periodistas. ¡Qué bien nos llevamos!
Gustavo Biosca era como Kubala: entrañable. Destacaba Kubala de Biosca su calidad humana :
–Trata bien al balón –decía– y trata bien a todo el mundo, incluido el Real Club Deportivo Español.
Vuelven a estar los dos juntos junto a Dios. Yo, a pesar de los agnósticos o ateos, a los que respeto (esto es ser demócrata), necesito creer en Dios. La palabra Dios, exista o no, me consuela y fortalece.
–Dios, hoy estoy raro. Ayúdame –le digo cuando estoy pesimista–. No miento: me ayuda.
M4 Actualidad
Amo la actualidad y el chisme. O el chisme de la actualidad. Cuando el río suena, eso: agua lleva. Cuando la actualidad chismorrea, chisme o chismes lleva. Cruyff, de vez en cuando, rompe la celosía de su silencio y habla: y él lo sabe, sabe que cuando habla, molesta, hiere o lancea. «Soy así». Cruyff es un barcelonista a carta cabal que rara vez habla cabalmente de los gobernantes o ejecutivos del Barcelona, salvo la excepción de dos a lo sumo.
–Es que si no, dejaría, cabalmente, de ser el que es.
Pienso –a lo mejor mal, a lo mejor equivocadamente– que no cree en Luis Enrique. «Lo único que tiene a favor Luis Enrique es que lo fiché yo», acaba de decir.
M5 Europa
Hay tres clases de entrenadores de fútbol (a lo mejor hay más). Los que, por mucho que se esfuercen, no llegan a casi nada; los que, sin que se sepa por qué, alcanzan el grado de geniales, y los que, sin ser geniales, superan el grado de geniales.
–¿A qué clase pertenece Simeone?
–Veamos. Simeone actúa y exige como un sargento y piensa como un estratega de Alto Estado Mayor. Sin él, el Atlético no sería lo que es. El Atlético es él, esencialmente. El Atlético es él y los jugadores: por este orden. El Real Madrid, en cambio, es el formidable ramillete de sus colosales jugadores y Ancelotti: por este orden también. ¿Es genial Ancelotti? Digamos que sabe hacer muy bien su trabajo. ¿Es genial Simeone? Lo es. Lo escribe ya toda la prensa europea. Genial es el que transforma la plata en oro y el bronce en plata.
De nada, Simeone. Tú sí que vales. Tú y el no menos genial Enrique Cerezo. En efecto: detrás de un gran entrenador, hay siempre un gran presidente.
V7 Piqué
Ser catalán y ser español. El 23-F, el 9- N: ecuaciones execrables. Marc Márquez resolvió así en su día la ecuación N-9: «Soy catalán porque vivo en Cataluña, pero me siento español porque Cataluña está dentro de España». Un 10 para Márquez. ¿Por qué separar o despegar o enfrentar lo que desde hace siglos funciona tan maravillosamente? Lo que no quieren ver los políticos bizcos es que Cataluña y España se necesitan como el hombre y la mujer
¿A usted qué es lo que más le gusta de ser hombre?
–La mujer, qué gozo, qué placer, qué orgasmo.
¿Lo ven?
Del Bosque es España, es la Selección de España. Y Piqué, un catalán que juega al fútbol como un ángel con botas (como un dios con botas sólo juegan CR7 y Messi). Lo que le pasa a Piqué, creo, es que a la política «le pega» mal. A la política y también, al parecer, a Luis Enrique, quien, falaz, lo tiene «castigado» por razones técnicas.
–No seas fariseo, Luis Enrique.
Piqué, como escribe Racioneros, es el único defensa alto y de fiar que tiene el Barcelona. Luego torpeza tenerlo sentado en el banquillo. Del Bosque ha llamado de nuevo a Piqué. El placer del señorío de Del Bosque. A Piqué, 27 años, sólo le digo que se mire en el espejo del casi adolescente Marc Márquez, tan adolescente y a la vez tan diplomático. «Ser diplomático es decir sin decir».
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