Julián García Candau
Martín Vázquez y Míchel
La Quinta fue generación admirada y casi idolatrada en el Santiago Bernabéu. Sin embargo, acabó con el dolor de no ganar la Copa de Europa. Sólo Manolo Sanchís la conquistó dos veces, en 1998 y 2000, cuando el resto ya había desaparecido. La Quinta fue inmaculada en su estadio. Ganó 121 partidos. Fuera se tuvo que conformar con dos Copas de la UEFA. En Europa, en el torneo grande, hizo grandes remontadas, pero no pasó de las semifinales. La Quinta salió de la cantera, promocionada por Di Stéfano, que ascendió a Sanchís y Martín Vázquez como primera embajada y continuó con Míchel, Butragueño y Pardeza. Los dos últimos siguen en el club, en cargos distinguidos.
Fue Butragueño quien se llevó los mayores aplausos, las mayores lisonjas y siempre quedará para el recuerdo que Martín Vázquez y Míchel fueron los mejores del equipo. La calidad de estos dos últimos fue extraordinaria. A los dos les faltó resonancia mediática. Martín Vázquez se despegó al marchar al Torino, equipo con el que eliminó al Madrid, y Míchel se creó antipatías y hasta retó a la Prensa en el Mundial de Italia.
Aquel grupo satisfizo, nacionalmente, todas las ambiciones madridistas. Ganó cinco Ligas consecutivamente, una Copa de la Liga y los citados trofeos continentales. Fueron años en que acogotó al Barça. En la memoria, La Quinta quedó como la gran generación madridista. No ha habido otra similar. Ancelotti, hoy entrenador, marcó el primer gol del Milán que con el 5-0 final, arrolló y eliminó a La Quinta que jugó con Schuster y Hugo Sánchez, refuerzos excepcionales. Fue su noche triste. Su gran frustración.
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