Atlético de Madrid
Minuto 94
Control de alcoholemia a las dos de la tarde, justo antes de comer. «Sople». «A ver... 0,26. Positivo». «Agente, juro que sólo me he tomado dos botellines. Y con aceitunas». «Son 500 euros de multa y cuatro puntos del carné». Partido Atlético de Madrid-Chelsea. Minuto 39, córner en la portería de Courtois. David Luiz se cree que Lucas es suyo, le agarra, casi le arranca la camiseta, le derriba... Penalti. «Árbitro, cómo se le ocurre. Si en los saques de esquina hay mil jugadas como ésa». Penalti. Y tarjeta amarilla. No agarres al contrario. Tómate solo un botellín.
En un partido que el Chelsea dominaba, con el Atlético superado en todas las líneas, excepto en la retaguardia, donde se defendía a base de despejes cuando ya era imposible salir con el balón controlado, David Luiz se pasó de listo, le pillaron y le multaron. No merecía su equipo, claramente superior, la derrota. Morata, vertical, luchador, peligro latente, impelido por Hazard era amenaza constante para Oblak. Entre ambos forjaron el empate. Centro del belga y cabezazo del madrileño (min 60, 1-1).
La franja de ébano formada por Moses y Kanté, afianzados por Bakayoko, resultaba impenetrable, descorazonadora, y su fortaleza, apuntalada por Marcos y Cesc, reducía a cenizas las intentonas atléticas en el contragolpe. Carrasco y Correa, náufragos, no veían la pelota y Griezmann, certero en el penalti, la tocaba porque, en su línea de batallador infatigable, bajaba a defender.
Rugía el Metropolitano en busca de un milagro y se encontró con la remontada más cruel. Cumplido el minuto 94, Batshuayi hizo el 1-2. Tres centrales en el equipo –Giménez entró por Thomas, más Godín y Lucas– y ninguno vio al delantero del Chelsea. Pensaban que con el telón cayendo el mal menor era el empate. Conviene recordar, sobre todo el Atleti, que el partido acaba cuando pita el árbitro.
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