Julián Redondo

Música de viento

El Santiago Bernabéu encontró en quien descargar la frustración de la derrota con goleada ante el Atlético: Ancelotti y Casillas. La megafonía desgranó los nombres y el aficionado eligió a los villanos. En el reparto de pitos, el entrenador y el portero, por este orden, hicieron acopio; tras ellos, Bale y Benzema. Al vociferar el «speaker» Cristiano Ronaldo, una tímida ovación ahogó la leve protesta. El del cumpleaños sale indemne y Carlo e Iker, señalados. El técnico, culpable por quedarse congelado frente al Cholo Simeone. El guardameta, necesitado de un carro de milagros, por comerse el 1-0 y restar importancia a la derrota. Cuando el presidente entró al vestuario de Valdebebas y dijo «aquí mando yo» y que no había justificación posible para el pésimo encuentro y las tartas, las velas y los karaokes posteriores, las excusas de Casillas sonaron a hueco. No se buscaban culpables sino jugadores comprometidos, de ahí que volviera a sonar la música de viento en los primeros compases ante el Deportivo, atrevido en el planteamiento y pardillo en el remate. Se le escapó vivo el Madrid cuando se mostró lánguido y lo pagó caro al recibir las primeras ráfagas. Dos tiros al larguero, de Bale y Cristiano –éste no hizo ni más ni menos–, fueron los avisos del golazo de Isco, tantas veces repetido y siempre maravilloso. A continuación, el declive, primeros minutos del segundo tiempo con aires de «Centenariazo» y puntilla de Benzema. 14 de febrero, San Valentín, el Madrid es líder, pero no enamora.