Juan Roldán
Ni Chávez lo hubiera soñado
El caudillo venezolano ha recibido de su pueblo una despedida que desbordó seguramente sus propias ilusiones. Es difícil entender desde fuera la enorme popularidad alcanzada por Chávez después de 14 años en el poder y sin contar con un gobierno y una acción política más allá del bolivarismo, que no encierra programas económicos o sociales contrastables. Precisamente se podía pensar que el extremismo de Chávez hubiera dejado a la mayoría de los venezolanos agotados y deseando volver a la normalidad. Pero ni el hecho de no haber sabido con certeza la clase de enfermedad que le llevó finalmente a la tumba, ni la ausencia de un equipo de Gobierno que pueda seguir gobernando Venezuela en las próximas semanas parece preocupar o alterar el comportamiento de miles de seguidores que acuden a visitarlo en su féretro. Los dirigentes internacionales que asistieron ayer a su funeral tenían una deuda económica y financiera con Chávez desde que éste utilizo los recursos del petroleo para sacarles de apuros en algunos momento. En el caso de la Cuba de los Castro, esa ayuda no ha cesado desde el momento en el que Hugo Chávez se convirtió en el líder revolucionario después de que Fidel lo colocara en el primer objetivo del abastecimiento del petróleo venezolano. Chávez ayudó también al peronismo de los Kirchner cuando tuvieron problemas financieros o las autoridades uruguayas cuando tuvieron crisis bancarias. La oposición –que se preparaba desde las últimas elecciones encabezada por Henrique Capriles al frente de una coalición de partidos dentro de la Mesa de Unidad Democrática– está todavía por formar una fuerza política convincente. Pero además tiene que despejar las incógnitas en las que se celebrarán los próximos comicios: desde el candidato chavista, hasta las reglas de juego que se utilizarán en la campaña electoral.
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