Miguel Ors

No al 7 del Barça

L20 Blanco y Negro

Alfredo Relaño, cada día, en As, toma la temperatura al fútbol, también a otros deportes, con el termómetro de su opinión. Alfredo, como periodista, es independiente, liberal y sólo forofo de la verdad.

–Qué periodista tan raro, oiga.

Alfredo ha escrito un libro de «Memorias en Blanco y Negro», que así se titula. Delicioso y pedagógico para los jóvenes del tecnicolor de hoy en día, y nostálgicamente dulce para los que lucimos canas como supervivientes que somos , mal que nos pese, a mí no, del siglo pasado.

En el fútbol, como dice Iñaki Gabilondo, no muere el niño que fuimos; y el fútbol, para Juan Cruz, es memoria, realidad y ficción. Quien tenga la sana curiosidad (la vida es curiosidad, lo decía Azorín, lo decía cumplidos los 80 años: «No soy viejo todavía, tengo curiosidades»), quien tenga, pues, la curiosidad, repito, de saber cosas de Cruyff, Kubala, Gento, Iríbar, Bahamontes, Urtaín, Ángel Nieto (y así hasta más de 70 personajes del ayer en blanco y negro), que lea el libro de Relaño. No es caro: 16 euros (barato para lo que ilustra y entretiene). Y tan atractivo como el Madrid- Barça.

M21 Autoridad

No existe la autoridad infalible, como también es verdad que donde no hay autoridad, a veces, crece la peligrosa seta del anárquico «vivo como quiero». Se le ha dado aire y vuelo a que Messi contra el Eibar desobedeció a Luis Enrique, «que estoy bien, míster, que sigo, que no me sustituya», le contestó más o menos. Siguió. Pienso que eso no es menguar o quebrantar la autoridad de Luis Enrique.

–Claro que no. Eso, profesionalmente, es amor propio.

Cuando el Madrid de don Santiago, era Di Stéfano, más bien, el que mandaba al entrenador (no a la porra, ojo) y eso, en aquel entonces, se jaleaba:

–Qué prodigioso Di Stéfano, no se cansa de jugar. No consiente que le sustituya.

He escrito la anécdota alguna vez:

–Oye, Puskas –le pregunté una vez–, ¿cómo te llevas con Di Stéfano?

–De cine: él manda y yo obedezco.

X22 Athletic

«In illo tempore», el Athletic era «un Grande» del fútbol español. Grande en todo: por su estilo, por su capacidad ganadora, por su furia hormonal. «Ruge como un león y sus zarpazos, en San Mamés, son letales», se escribía. ¿Es ya un «fui» sin remedio el actual Athletic?

–Si no lo es, lo parece.

Son muchos los que piensan así.

Al cabo de los años, ha vuelto a la «Champions». Pero en este torneo, por lo que se está viendo, parece que se siente ni cómodo ni a gusto. ¿Le viene grande la «Champions» al históricamente «Grande» (22 Copas del Rey y 8 Ligas) Athletic Club?

J23 Guapos

El futbolista Fernando Llorente y el socialista Pedro Sánchez. Guapos. El pueblo soberano es agudo.

–Ya lo creo que lo es, y usted que lo diga.

Compruébenlo.

De Llorente, tras jugar en la Juventus tres o cuatro partidos y no oler el gol, un periódico italiano tituló: «Llorente, sólo guapo». A raíz, el otro día, del cruce de ironías y lindezas entre el ministro Montoro y el debutante Pedro Sánchez en la Monumental de los padres de la patria, una señora, cabreada (socialista, deduje), tras el debate, sentenció: «Sánchez, como Llorente: sólo guapo».

No se puede tener todo: gol e ingenio. Ya es suerte, y no poca, ser alto y guapo como Fernando y Pedro. ¿Acaso no?

V24 No

El morbo del clásico es que si el partido se juega en el Bernabéu, gane el Barça, y si se juega en el Camp Nou, que gane el Madrid. ¿Qué es el clásico para Luis Enrique o para Ancelotti?

–Para mí, ganar para sacarle siete puntos de ventaja al Real Madrid, ¡siete puntos, qué desahogo!, es lo que naturalmente piensa Luis Enrique.

–Para mí, naturalmente, impedir el 7 del Barça. ¡Siete puntos de desventaja sería horrible!, es lo que piensa Ancelotti.

El clásico, de todos modos, es también la «paja» del «odio» de Luis Enrique al Bernabéu, de que Messi lo haga mejor que Cristiano, de que el árbitro en la duda se equivoque a favor de éste o de aquél y de que a Arturo Mas el 25-O le produzca dolor de estómago y de cabeza, las dos cosas, a ver si así asienta de una vez por todas la cabeza y el estómago.

Lo trascendental, pues, como siempre, es el gol, el gol o los goles del triunfo.