César Vidal
No nos entusiasmemos
Que una semana concluya con la noticia de que Leopoldo López ha salido de una cárcel chavista es una alegría. Sin embargo, sería peligroso regocijarse en exceso. Sí, ya sé que hay personas que gritan que el régimen siniestro que ensombrece la vida de millones de venezolanos está vencido y sólo falta aceptar su capitulación, pero no puedo dejar de contemplar esa conducta como una muestra excesiva de optimismo. Recapacitemos en donde nos encontrábamos hace unos meses. Con la mediación de ZP, Maduro ofrecía la puesta en libertad de los presos políticos –varios centenares– a cambio de la no celebración del referéndum revocatorio. A día de hoy, resulta más que obvio que ese referéndum no se celebrará y que no sólo los presos políticos siguen en prisión, sino que su número se ha incrementado dramáticamente en las últimas semanas. No sólo eso. Leopoldo López no está en libertad. Sí, es cierto que ha salido de la cárcel –lo que implica un grandísimo avance–, pero sigue sometido a un arresto domiciliario. En otras palabras, dista mucho de ser libre. Por si fuera poco, el Gobierno de Maduro está cargando contra la fiscal que pidió su encarcelamiento y paseando el evento por los medios como prueba de la independencia judicial del sistema. De modo que si consideran objetivamente todo, hay que llegar a la conclusión de que hace meses la oferta de Maduro vía ZP era sacar a la calle a los presos a cambio de que la oposición dejara de presionarle con el referéndum revocatorio. Ahora, López está arrestado domiciliariamente, pero no ha salido nadie en libertad, han aumentado los recluidos en las ergástulas del chavismo y, por supuesto, no sólo no habrá referéndum revocatorio, sino que Maduro se prepara para una asamblea constituyente que terminará de dar siete vueltas de llave a la ausencia de libertades que padece Venezuela. Sinceramente, no da la sensación de que el régimen esté perdiendo el partido. Por el contrario, parece que es la oposición la que no deja de encajar goles aunque, eso sí, han permitido que el masajista trate a un jugador al que llevan tres años propinando patadas. Comprendo la alegría de mucha gente y, en especial, de la familia. Hay que compartirla e incluso dar gracias a Dios por todo, pero no seamos tan ingenuos como para caer en el entusiasmo. El chavismo sigue en pie.
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