César Vidal

«Nosotros los mercados»

Entre el coro de necedades que el ciudadano escucha a diario se encuentran las referencias a «la dictadura de los mercados» o a «la tiranía de la austeridad». De creerlas, existen perversos especuladores que nos someten a su maligno capricho y nos imponen costosos sacrificios porque se complacen en oprimirnos. Ni que decir tiene que semejante descripción no tiene punto de contacto con la realidad y basta para comprobarlo ver cómo, al comprar deuda pública, los odiosos «especuladores» se convierten en «inversores». La falacia –o estupidez– de estos planteamientos queda magníficamente de manifiesto en un libro de Daniel Lacalle, publicado por Planeta y titulado «Nosotros, los mercados». Lacalle, que cuenta con una amplia experiencia en los mercados financieros, demuestra que no estamos sufriendo los efectos de la austeridad porque ni la UE ni los gobiernos españoles han dejado de aumentar el gasto público de manera constante. Señala igualmente que España no tiene la menor posibilidad de salir de la crisis si relaja el objetivo del déficit y si no recorta de una vez por todas gastos como el autonómico o el municipal, que apenas ha rozado el gobierno. La bajada de la prima de riesgo es una buena noticia, pero no se debe a Montoro, sino a factores externos, y –volviendo a Montoro– resulta totalmente imposible emerger de la crisis si antes no se producen drásticas bajadas de impuestos. Eso por lo que se refiere a una crisis cuya salida, en realidad, no se percibe por ningún lado, por más que se anuncie para el año que viene. En relación con las consecuencias de no realizar los recortes indispensables, de no controlar el gasto autonómico y de no practicar una verdadera austeridad, Lacalle no puede ser más claro. Serán nefastas y nos conducirán, antes o después, a la suspensión de pagos. No puede ser de otra manera porque la receta aplicada –subida de impuestos, aumento del gasto público y gasto injustificable y mantenido de ayuntamientos y comunidades autónomas– ya demostró en la época de ZP que tiene consecuencias nefastas. No puede ser de otra manera, porque, como no se cansa de repetir Lacalle, desde la desaparición del patrón oro el cien por cien de las situaciones de endeudamiento creciente acaban en quiebras con quitas masivas. No puede ser de otra manera porque la demagogia no puede sustituir a la gestión prudente de la economía. Merece, pues, la pena leer ese libro, que tendrá la virtud de desasnar a no pocos.