Irene Villa

Nunca es demasiado tarde

La Razón
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No se me ocurre mejor forma de celebrar el Día de la Hispanidad que recordar lo que pasó en Barcelona el pasado domingo. Por fin la mayoría silenciosa se ha pronunciado. Gracias a su majestad el rey Felipe VI por hablar claro, por defender nuestro país de los ataques a la Constitución, a su estatuto de autonomía y a las leyes. Los separatistas han fracturado a la sociedad catalana, han amenazado la soberanía nacional y el estado de derecho. Hasta dentro de las familias han creado enfrentamientos irreconciliables. Como dijo Mario Vargas Llosa en la multitudinaria manifestación: «La pasión puede ser peligrosa cuando la mueve el fanatismo y el racismo. La peor de todas es la nacionalista». Sin embargo, pese a todo el dolor y la inestabilidad creados, al final vamos a tener que agradecer a los separatistas que nos despertaran. Gracias a ellos estamos más unidos que nunca. Gracias a los separatistas por fin valoramos el gran país que tenemos. Ellos nos han hecho despertar a una realidad: un país que no respeta su bandera y su himno no merece existir. Pero gracias a los que nunca estarán satisfechos vivan donde vivan o gobierne quien gobierne, una enorme y apabullante mayoría se siente por fin orgullosa y feliz de ser españoles y/o de vivir en España. Por fin defendemos y respetamos nuestro país. Desafiar a España ha significado crear un patriotismo que por complejo o por temor, teníamos tristemente muy desdibujado. Pero por fin despertamos y lo que nos avergüenza es no defender nuestro país como todos merecemos. De nuevo recuerdo las palabras de Vargas Llosa en Barcelona: «El nacionalismo ha llenado la historia de Europa, del mundo y de España de guerra, sangre y cadáveres». Que al menos sirva para poner fin a esos que ahora están amenazando Cataluña con someterla a la ruina y el caos. Como dijo nuestro Rey, mantendremos la tranquilidad y la esperanza, la serenidad y la determinación. Por el gran país en el que vivimos. Porque queremos convivir en paz y en libertad.