Restringido

Pactará la izquierda

La Razón
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El anuncio de Mariano Rajoy de no someterse a la investidura propuesta por SM el Rey parece haber sorprendido a los analistas políticos, probablemente por desconocimiento del procedimiento en el que nos encontramos, o quizás por el deseo de que se produjeran los acontecimientos de una manera distinta a la que finalmente se han producido.

Nos encontramos, de acuerdo a la previsión constitucional, en un proceso de consultas del Jefe del Estado a los líderes de los partidos políticos con representación parlamentaria para proponer un candidato a la presidencia del Gobierno que pueda contar con los apoyos suficientes para poder serlo. Junto a esas consultas, y en paralelo, se producen estos días las negociaciones entre los partidos políticos representados en la Cámara para tratar de articular esa mayoría que permita investir a un candidato.

De las consultas hechas por el Rey se deduce que, hoy día, no hay ningún líder que tenga la mayoría suficiente para obtener la investidura de la Cámara, bien porque no tiene el apoyo de la mayoría absoluta de la misma, bien porque es mayor el rechazo que provoca al apoyo que suscita.

Es evidente que, tras esta primera ronda, no hay ningún líder que pueda contar en primera votación con mayoría absoluta, o en segunda con mayoría simple, para lograr la investidura, por lo que el Rey, ante esta situación, debe proponérselo al que tenga el mayor número de apoyos parlamentarios, que no es otro que el líder de Partido Popular, como finalmente ha hecho.

Es evidente que, a la vista de las manifestaciones públicas de unos y otros, y de los acuerdos parciales que se han venido produciendo para formar grupos parlamentarios, el líder del partido más votado sabe que no contará con el apoyo suficiente, e incluso que será rechazado por mayoría en la Cámara, y, por tanto, que haya declinado la propuesta hecha por el Rey y que sigan las negociaciones hasta articularse la mayoría necesaria, o hasta evitarse el rechazo mayoritario a quien solicite la confianza, facilitando así su investidura. A partir de esta lógica parlamentaria, que es el mero cumplimiento de la Ley, se pueden hacer las interpretaciones alambicadas que se quieran, pero lo que ha ocurrido es simplemente esto.

La cuestión, por tanto, no es lo que ha hecho Rajoy al declinar la propuesta. La cuestión es qué es lo que hay detrás para que se puedan conformar mayorías de Gobierno o mayorías minoritarias que no sean bloqueadas para su formación. Y ahí es donde está el problema para nuestro país.

El rechazo radical de todo el espectro parlamentario de izquierda –radicales, independentistas, filoetarras, abanderados por el PSOE– al Partido Popular, y el hecho de que valga cualquier cosa con tal de que la derecha no vuelva a gobernar –aunque individualmente sea la opción preferida de los españoles–, es la cuestión de fondo. El PSOE lleva en su ADN desde siempre como objetivo prioritario el que nunca gobierne la derecha, cualquiera que sea el precio y cualquiera que sea el líder que lo dirija.

Y a esto se añade el contar hoy con un secretario general débil, que sabe que su supervivencia pasa por tragar con todo con tal de alcanzar el Gobierno, aunque sea forzando a su partido a una deriva peligrosa para el mismo. Un líder que está dispuesto a ser ninguneado y llevado del ronzal por un Podemos radical y antisistema, que aspira a fagocitarlo a él y a su partido, y que le da igual ir cambiando sus aseveraciones y sus líneas rojas con tal de llegar al poder, como comprobamos cada día; sin que nadie denuncie esa actitud falsaria y prepotente hasta el extremo de que, cuando alguna vez se les pone de manifiesto, lo justifican diciendo que en política hay que vivir en la contradicción con tal de lograr los objetivos. Incluso, aceptando ser instrumentos al servicio de países revolucionarios, radicales, a agresores de los derechos humanos, que buscan introducir su ideología y sus políticas en nuestras sociedades para derrotar a Occidente, a cambio de la financiación que hacen llegar a estos partidos, y que éstos reciben con tal de alcanzar sus objetivos, no alejados de los de aquellos.

Ésta es la auténtica encrucijada en la que estamos, y a la que está dispuesto a sumarse el PSOE ante el estupor general, que sigue confiando en que algún dirigente de ese partido se haga el harakiri en el próximo Comité Federal, para salvar lo que no se ha sabido prever y combatir en estos años desde todas las instancias: económicas, políticas, mediáticas, jurídicas.

El pacto parece cercano. El órdago de Iglesias al PSOE al proponerse como vicepresidente de ese futuro Gobierno e imponer varios ministros es un paso claro en esa dirección. La falta de reacción de Sánchez y del PSOE frente al mismo es una cesión más que demuestra su afán de conseguir el poder a cualquier precio y la debilidad en la que se encuentra, no sólo Sánchez, sino todo su partido, barones incluidos.

Se inicia la próxima semana la nueva ronda de contactos por el Rey. Veremos si será preciso llegar al Comité Federal del PSOE para condicionar los acuerdos que se vislumbran o por el contrario, se llegará a él para bendecirlos y felicitarse porque la izquierda, una vez más, ha logrado excluir a la derecha y perpetuarse en el poder a cualquier precio, vendiéndonos una vez más la milonga de que todo ha sido para salvar a España y a los españoles. Me temo que será esto último lo ocurra. Veremos.