Alfonso Merlos

Partido y proyecto

Así son la vida y la política. No siempre. Pero con frecuencia importan más los proyectos, los programas, las propuestas para servir al interés general que las personas que –con sus nombres y apellidos– las encabezan. Y no es descabellado ni extravagante ni una maldición. ¡Qué va!

Lo que revela LA RAZÓN es simplemente lo que casi todos sabemos: hoy por hoy, el Partido Popular es la fuerza preferida por los españoles para gobernar el país. Por lo que ha hecho. Por lo que tiene por delante. Y guste o no, por algo casi más relevante: se cuentan por millones los compatriotas que entienden que un regreso al puesto de mando de los socialistas representaría la ruina, el retroceso, volver al hoyo... ni siquiera el estancamiento. Algo veinte veces peor.

Tiene toda la lógica del mundo. Es una cuestión de simple sentido común. Más allá de la algarada, de los adoquinazos en la Castellana, de las pancartas ayunas de contenido, de las banderas chillonas, de los encapuchados y de los petardos, los ciudadanos que se visten por los pies saben a la perfección por dónde pasa el futuro de todos: no por el milagro, no por la súbita reacción y solución mágica a los problemas, no por el bienestar absoluto e irrestricto de todas y cada una de las capas de la población.

El camino que hay que andar sólo puede hacerse de la mano y con el impulso de quienes tienen las ideas claras. Incluso de los que han acreditado que molestan lo menos posible. Hay políticos que empezaron una tarea de desescombro hace tres años y cuentan hoy con nuestro aval. A pesar del cabreo nacional, de las exigencias particulares de cada casa. Y a pesar de que todo (¡sólo faltaba!) es manifiestamente mejorable.