Alfonso Ussía
Pataleta ética
El general de Podemos, José Julio Rodríguez, me ha desconcertado. Intuyo, que además de desconcertarme, me ha metido en un enorme saco en cuyo interior ha ordenado que seamos arrestados muchos más de la mitad de los españoles. El inconveniente –para el general de Podemos–, es su falta de mando. No manda a nadie, y ha aceptado en la cumbre del escalafón militar, ser un mandado. Lo mandan a Zaragoza, y tararí que te vi, y lo mandan a Almería, y teteré que te ve. El desconcierto proviene de su análisis de las elecciones generales, en la que, como es costumbre, no ha conseguido su escaño. «Es peligroso que la mitad de los electores no crean en la ética». Me parece que el general de Podemos, contagiado por la gente entre la que se mueve, ha perdido su buena educación. Ha insultado sin mover una ceja a más de diez millones de españoles. ¿Acaso la ética la concede y reparte a su gusto el general de Podemos?
Para el general de Podemos la ética reside en la recepción de dinero de la tiranía narcopetrolera venezolana. Una nación poderosa y rica que no tiene dinero para ofrecer en sus supermercados rollos de papel higiénico, mientras sus dirigentes comunistas guardan en el exterior miles de millones de dólares. Para el general de Podemos, la ética reside en la recepción del dinero que le envía un Estado que ahorca sin juicio ni defensa a los homosexuales de lo alto de las grúas. Para el general de Podemos la ética reside en el gozo, públicamente reconocido por su jefe Pablo Iglesias de contemplar cómo un manifestante del perroflautismo le abre la cabeza a un agente del orden público, sea guardia civil o policía nacional. Para el general de Podemos, la ética se instala en los asaltos a las capillas de las Universidades, las pintadas amenazadoras y los gritos dirigidos a imágenes sagradas, sacerdotes y estudiantes cristianos de «¡Arderéis como en el 36!».
Para el general de Podemos, la ética se ubica en el cenicero de un concejal de Madrid en cuyo interior lamenta no ver la ceniza de miles de judíos provenientes de los campos de la muerte nazis. Para el general de Podemos, la ética se instala en el homenaje a la figura de Stalin, el dirigente georgiano soviético que lidera la siniestra relación de los más brutales asesinos de masas de la Historia de la Humanidad. Para el general de Podemos, la ética se centra en los proyectos de fragmentación de España alentando consultas anticonstitucionales y traidoras. Para el general de Podemos, la ética se demuestra con la mentira, el disfraz de amores y sonrisas en quienes no tienen otro objetivo que la venganza –no se sabe de qué o contra quién–, y de implantar en una de las naciones más crecientes de Europa una dictadura comunista. Para el general de Podemos la ética se sitúa en los tuits de los dirigentes de su partido en los que amenazan de muerte y desean participar en ellas contra Alberto Ruiz-Gallardón, Esperanza Aguirre o Mariano Rajoy. Para el general de Podemos, la ética se ilumina en el apoyo a un dirigente terrorista de la ETA como Arnaldo Otegui, y en el silencio ante la tortura que padece por una condena dictada desde el sillón presidencial de Maduro un héroe venezolano que sólo busca la recuperación de la libertad de su pueblo. Para el general de Podemos, carecemos de ética los españoles que defendemos la Constitución, la Corona, la libertad, la democracia, la independencia de los tres poderes, y para colmo, los que agradecemos una y otra vez a las más abiertas y leales Fuerzas Armadas y de la Seguridad sus desvelos por servir a todos, incluidos los que pretender terminar con su decencia institucional. Para el general de Podemos la ética se fortalece en una España fragmentada, una Cataluña fraudulentamente independiente y en un País Vasco gobernado conjuntamente entre ellos y los que antaño brindaban con chacolí las muertes de los inocentes.
«Es un grave problema», dice el general de Podemos. En mi humilde opinión el problema es otro. El problema es que la ciudadanía ha visto las orejas al lobo del populismo, al lobo venezolano y al lobo de la mentira. Y Podemos, en seis meses, ha perdido más de un millón de votos. Y el pequeño problema del general de Podemos es que lo mandaron a Zaragoza para que lo votaran cuatro gatos y sentarlo en un escaño y le votaron tres gatos. Y posteriormente lo mandaron a Almería para que lo votaran tres gatos y sentarlo en un escaño, y le han votado dos.
Deje de insultar y váyase a su casa a recuperar en silencio la dignidad de su pasado.
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