Iñaki Zaragüeta
Patxi López, poco de fiar
La jugada de Patxi López a Pedro Sánchez es de época. Dejarle, si no animarle, a dimitir de diputado alcanza tintes de sangriento atentado, entendido políticamente hablando. Si no fuera porque los dos saben leer y escribir, la maniobra es digna de las que le hacían a aquel personaje de Roberto Gómez Bolaños, «El Chapulín Colorado», que obligaban al antihéroe a responder: «Abusaste de mi ‘‘noblesa”».
Ése sí que fue un abuso. Con aquella argucia privó a su entonces jefe de filas de un arma esencial a la hora de intentar la recuperación de la Secretaría General socialista. Sin el escaño en el hemiciclo de la madrileña Carrera de San Jerónimo, Sánchez se presenta inválido frente al ex lendakari a la hora de reclutar los restos de la tropa contra de Susana Díaz. Independientemente de las escasas posibilidades de victoria frente a la sultana andaluza, el vasco supo desbrozar el camino para la competición con Pedro Sánchez, quien estará maldiciendo la hora en que le escuchó. De ahí que entendería un mayor rebote contra éste que el cogido contra Antonio Hernando al continuar en su puesto de portavoz, bastante más de 30 monedas de plata, provocando la decepción de quien lo nombró y al que había prometido fidelidad y que seguiría su mismo camino.
Dicho esto, tampoco debería sorprenderse tanto por la actuación de Patxi López. Su currículum está repleto de sospechas, como su deslealtad con el PP vasco tras auparle a la Lendakaritza, o las maniobras junto a Eguiguren con el entorno etarra, o el que animó a Sánchez a pactar con podemitas, separatistas y demás con el resultado conocido: ¡a la calle! Así es la vida.
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