Restringido

Pedro Sánchez ya está donde quería

La Razón
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Tras la segunda ronda de consultas el Rey ha designado candidato a la Presidencia del Gobierno al líder del PSOE. Pedro Sánchez ya está donde quería desde la noche electoral. Esa noche, gran parte de dirigentes del partido socialista pensaban enterrarle ante el previsible fracaso que auguraban las encuestas, ratificado por las urnas.

El fraccionamiento del espectro político que arrojaron los resultados, la imposibilidad de formar gobierno salvo acuerdos complejos, y la falta de reacción dentro del partido frente al peor resultado de su historia como señaló la presidenta andaluza, dio tiempo a Sánchez para poner en marcha la única estrategia posible para su supervivencia política: ser presidente del Gobierno.

Inmediatamente cerró cualquier posibilidad de acuerdo con el PP, con independencia de quién fuera el candidato. Y logró que su Comité Federal, y todos sus barones presuntamente hostiles, lo aceptaran como punto de partida irrenunciable.

Así forzaba que un posible pacto de gobierno sólo pudiera articularse en torno al PSOE, y, por tanto, a su persona. Y empezó a recabar el apoyo de los partidos cuyo voto a favor o abstención necesitaba. De ahí los guiños a la izquierda radical de Podemos, a los independentistas, facilitándoles grupo parlamentario en el Senado, la entrevista con Puigdemont, los contactos con el PNV, que tanto alarmaron a algunos dirigentes y a los líderes históricos de su partido, a una gran parte de la opinión pública y a muchos españoles.

En esa estrategia, el tiempo jugaba a su favor en detrimento de sus compañeros críticos. Con la investidura de Rajoy ganaba tiempo y obligaba a éste a quemar sus naves definitivamente ante el esperado rechazo de la Cámara por dos veces, eliminando así al PP como alternativa para cualquier acuerdo. Y al mismo tiempo, evidenciaba que un pacto de «progreso» de la izquierda era más factible de lograr. Por eso, la renuncia de Rajoy a la investidura sin retirarse de la carrera era un contratiempo importante, y de ahí lo airado y desproporcionado de su reacción.

Internamente, la presión seguía subiendo y, externamente, para contrarrestarla, Podemos subía el tono de sus declaraciones frente a Sánchez y el PSOE, así como sus exigencias, sabedor de la partida que se está jugando. El Comité Federal del día 30 era importante para comprobar la situación interna. Para contrarrestar posibles zancadillas lanzó su disposición a ser candidato si Rajoy lo rechazaba y el Rey se lo proponía. Y reiteró su propuesta: pacto de progreso anti-PP, salvaguardando, aunque fuera sólo formalmente, los límites puestos por el Comité Federal en cuanto a la unidad de España y los independentistas.

Someter el acuerdo que pudiera alcanzarse a la opinión de los militantes y no sólo a los órganos de dirección para contrarrestar su posible bloqueo fue muy criticado, pero estratégicamente era inteligente, hasta el punto de que todos lo apoyaron. Por el contrario, la celebración del próximo Congreso los días 21 y 22 de mayo, antes de la celebración de unas nuevas elecciones si las hubiera, es la fecha límite para su éxito o su fracaso.

Desde ese día, no dejó de ofrecerse para la investidura. El Rey se lo ha encargado. Ha pedido un mes para negociar con canarios, IU, Compromís, PNV, C´s y Podemos. Su discurso, el esperado, dirigido a sus compañeros temerosos y a sus socios, rebajado de tono, aparentemente equilibrado, social y económicamente contradictorio e imposible, pero un buen punto de partida para su objetivo.

Las conversaciones que ha iniciado se mueven en el tacticismo de unos y otros. El documento con sus propuestas, que sólo entregará a sus posibles aliados, ha sido alabado como propio por Iglesias en un nuevo requiebro a ese pacto de progreso que quiere coliderar a toda costa, haciendo sombra al resto y al propio PSOE. Rivera también ve aspectos positivos.

Sánchez ya está donde quería. Veremos si intentará lograr la Presidencia a cualquier precio, y si los militantes y los dirigentes del partido lo permitirán. Tres meses para el todo o la nada. En todo caso, el Congreso de mayo será muy interesante.