Fernando Rayón

Pedro y Pablo

La Razón
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Si Podemos no estuviera en plena crisis, esta semana que comienza se hubiera firmado el pacto entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Errejón llevaba tiempo en ello y había conseguido reunir a sus afines como si fueran su guardia de Corps: no había más que verlos venir en bloque –de seis en línea– por los pasillos del Congreso para darse cuenta de que querían entrar en el Gobierno como fuera. Pero Podemos son muchos partidos, y también muchas ideologías y los anticapitalistas son mayoría y serán decisivos en las próximas elecciones: las generales –si las hubiere– así como las vascas y las catalanas.

Pero volvamos al lío. Si creía Pedro Sánchez que Tsipras le iba a ayudar con Podemos es que no conoce a Tsipras, pero sobre todo no conoce al Podemos post Errejón. Su estrategia de acercarse a Ciudadanos para después venirse con Pablo Iglesias se ha demostrado un gran error. Y lo ha sido porque, en ese tiempo, las cosas han cambiado. Y aun pueden cambiar más. Sánchez ha perdido un tiempo precioso con Rivera. Y Rivera ha perdido mucho más.

Por primera vez –y ya saben que nunca lo pensé– intuyo que puede haber nuevas elecciones. De eso hablarán Pedro y Pablo esta semana. El líder de Podemos no le contará en qué consiste esa «nueva época» que anunció tras la destitución del secretario de organización Sergio Pascual, y las diez dimisiones en el entorno de Errejón; que eso es cosa interna. Pero sí le volverá a poner encima de la mesa sus condiciones que –hasta donde sabemos– no se han movido un pelo. Porque ni Rivera, ni Puigdemont, ni siquiera Tsipras moverán a Pablo. El único que podría hacerlo es Sánchez. Tampoco sería un problema. Ya consiguió que Ciudadanos –gente normal que diría una diputada– apoyara el aborto de Zapatero, la eutanasia, y que denunciara los acuerdos con la Santa Sede. Ahora sólo sería cuestión de tiempo que aceptaran el referéndum de autodeterminación de Cataluña... después de la reforma constitucional, como dijo Carme Chacón.

Pero el problema de la entrevista entre Pedro y Pablo ya no está ahí. Los cantos de sirena del PSOE han conseguido dejar tocada a una parte de Podemos. Y eso no lo puede olvidar su líder. Sánchez ya sabe que, los ministros de la coalición, nunca van a ser bizcochables. Las cosas se le ponen peor.